lunes, 24 de junio de 2013

La Ley de Servicios Profesionales y la Arquitectura


En Enero de 2013 se filtraron a la prensa unos documentos del Ministerio de Economía sobre un borrador de una nueva Ley que pretende reformar las competencias de distintos campos profesionales. Dicho documento, conocido como Ley de Servicios Profesionales (LSP de ahora en adelante) parte con el objetivo de liberalizar las competencias profesionales de ciertos sectores productivos, previendo que con ello el mercado se agilice y disminuya el paro, que en España ya alcanzan cifras astronómicas.


Los sectores más afectados son los farmacéuticos, los abogados y los arquitectos.

Profesionales competentes relegados

Me voy a centrar en el campo de la arquitectura, porque es mi campo y es del que más conocimiento tengo. Aún así quisiera hablar primero en términos generales. En una sociedad de libre mercado, lo lógico es que haya competencia, y que esta propia sea la que regule un mercado que tiene que luchar por progresar, ya que esta es la única forma de sobrevivir. Pero el problema surge cuando el mercado se torna en una competencia agresiva y desmedida. Habrá quien respalde un sistema más liberal y competitivo, que cada uno “se las apañe” y se esfuerce para que así llegue a donde quiera. Personalmente, no soy partidario de un sistema que no tenga una regulación estatal, un “anarco-capitalismo”. Sin un organismo regulador que no persiga el lucro, los individuos pueden querer progresar personalmente a costa de otras personas.

Dejando a un lado la teoría, el tema de la liberalización y los profesionales supone que en mercados que hasta ahora estaban controlados por un número de especialistas formados adecuadamente para su trabajo, se deje entrar a multinacionales, que aunque también persiguen el lucro, logran un sistema de control en el que es imposible hacerles frente como empresario pequeño o mediano. Esto, ¿qué tiene que ver con la LSP? Que miles de farmacias van a tener que cerrar. Multinacionales entraran en juego con unos precios pactados con las farmacéuticas y dejará a los actuales farmacéuticos propietarios de una farmacia como unos cajeros de supermercado. Es ridículo, incluso dentro de un capitalismo liberal, que los organismos reguladores se pongan de parte de las grandes multinacionales, en vez de ponerse de lado de los empresarios pequeños y medianos, para que entren en el juego, puedan competir, y generen mayor progreso y riqueza (además, esta supone una riqueza más repartida y equitativa, salvando las desigualdades)

¿Qué pasa con los Arquitectos?

El caso de los arquitectos es un caso muy particular. Hasta ahora tenemos competencia en edificar edificios del tipo A (residencial, docente, sanitario, religioso, administrativo y empresarial) y del tipo B (infraestructuras y edificios industriales). Los ingenieros tienen competencias también en las edificaciones de tipo B, pero con la nueva ley, podrán construir las del tipo A. Esto supone, que la competencia entre arquitectos, que ya es mortal, se sume la de los ingenieros que entiendan de estructuras de edificación. Muchos dirán, pero si entienden de estructuras, ¿por qué no iban a poder realizar proyectos de edificación? Y es en ese momento cuando uno se da cuenta de lo mal entendida que está nuestra profesión. Claro, que esto sí que es culpa nuestra.

Los profesionales de la arquitectura hemos estado con las espaldas bien cubiertas en nuestro país. Una ingeniera de telecomunicaciones me dijo una vez que los arquitectos en España éramos “poco menos que Dios” ya que tenemos competencias para prácticamente todo: proyectos, estructuras e instalaciones. Además de competencias para estudios de sonoridad, gasto energético, temas de urbanismo (donde casi siempre capitaneamos equipos multidisciplinares), peritos judiciales, restauradores, paisajista, diseño interior, diseño industrial, jardinería,… He dado una buena lista, y sin embargo hay un 25% de parados entre los profesionales (una cifra que desgraciadamente, se dispara al 30% en el caso de las mujeres arquitectas, y 60%  si hablamos de arquitectos jóvenes). Si se aprueba la LSP nuestra competencia aumentará, los salarios bajaran y el paro aumentará (que es, claramente, lo que necesita España en estos momentos). Con esta enorme lista puede parecer fácil pensar “Han tenido mucho trabajo muchos años, ¡qué compartan ahora!”. Además de que en el sector de la ingeniería el paro no es, ni de lejos, tan abultado un 15% (sigue siendo, por desgracia, alto), el problema es que la gente no está concienciada de que podemos realizar tantas competencias porque estamos formados para ello. Se nos ha olvidado, con la crisis, que hace falta una nota muy abultada que ninguna ingeniería tiene para entrar en la universidad. Que arquitectura tiene 5 años de carrera (6 en el Plan Bolonia) y un PFC que para poder aprobarlo hacen falta 1 año mínimo (frente al resto de carreras, que en 3-4 meses se puede realizar). Que arquitectura es una carrera de casi 500 créditos (lo que suponen 5000 horas en la facultad) y un número muy superior de horas en casa para trabajar los proyectos, asignatura presente en toda la carrera y que requiere una dedicación prácticamente diaria.  Parece que se nos ha olvidado que tenemos 6 asignaturas de cálculo de estructuras (que en número de créditos, es algo muy superior a lo que muchos ingenieros tienen en sus carreras sobre el cálculo de estructuras), 4 asignaturas de instalaciones, 12 asignaturas relacionadas con el diseño, análisis y proyección de edificación. Estamos (muchos de nosotros) capacitados por encima de otros profesionales a los que se les van a dar competencias de forma muy gratuita. No contentos con esto, en nuestra formación, lo más complicado y donde más se hace hincapié es en la arquitectura en sí. Os preguntareis, a que se refiere este colerizado estudiante cuando dice “arquitectura en sí”. 

Nosotros no proyectamos edificios en el sentido estricto de “objeto construido donde se desarrollan actividades”, en toda la carrera se exige por encima de todo temas como la habitabilidad y el espacio, que es algo que ningún otro profesional sabe hacer (de hecho, ni siquiera muchos arquitectos saben hacerlo). Nosotros cuando empezamos un proyecto, no decimos “Hoy me apetece hacer un cubo de hormigón de color rojo, y los baños y habitaciones… ya se colocaran…” Todo lo contrario, los (buenos) arquitectos empezamos pensando cómo se van a sentir las personas que van a vivir/usar el espacio, he aquí la palabra clave. No somos constructores, somos “Creadores de ESPACIO habitable”. Cuando mi hermano con 10 años (yo empezaba la carrera) me preguntaba qué entendía yo por arquitectura, yo le respondía “La arquitectura es crear el contexto para la vida” ¡Eso es arquitectura! Saber hacer un dormitorio donde el ciudadano se siente cómodo, una cocina donde cocinar no sea un engorro, un patio donde se haya estudiado la luz solar y que te entre luz en invierno y sombra en verano ¡Eso es arquitectura! Crear una plaza donde los niños jueguen con fuentes de agua y se refresquen en verano, donde los abuelos paseen sin miedo y no se creen focos de marginalidad ¡Eso es arquitectura! Diseñar un hogar, no una casa. Diseñar un  lugar de intercambio cultural, no una mera escuela. Diseñar un lugar de ocio en contacto con la naturaleza, no un parque. Diseñar un lugar de encuentro de encuentro ciudadano, no solo una ciudad. Diseñar un lugar para dormir, para llorar, para enamorarse,… Diseñar un lugar para vivir, un contexto para la vida. Esto es algo que ningún profesional que no haya hecho 10 asignaturas de 12 créditos de proyectos puede lograr, y por lo que se ve, tampoco entender.

¿Culpa nuestra?

¿Por qué la gente no conoce cual es verdaderamente nuestro trabajo? ¿Por qué no se fía de nosotros como profesionales? No nos hagamos tampoco las víctimas. Han pasado cosas muy terribles que hemos tolerado y frente a lo que no hemos actuado, dentro de nuestra actividad y como nos hemos relacionado con otros.

No podemos defender nuestra profesión si no es con la ayuda del ciudadano no especializado en nuestras funciones. En ellos está el poder, no en nosotros. Si tenemos tan poca popularidad entre los no entendidos, es culpa nuestra. Bueno, más que nuestra, de “algunos de los nuestros”. El arquitecto ha quedado como un resto de un profesional de otros tiempos. No es que antes no hubiese ingenieros, es que ellos si han sabido modernizarse y actualizarse. Siempre han ido por delante, y nosotros siempre hemos sido más tercos en actualizarnos. Ya nos pasó en la revolución industrial, cuando los ingenieros hacían puentes de acero y la torre Eiffel, nosotros seguíamos imitando las formas romanas en el Neoclasicismo (menos mal que llegaron los americanos, que son mucho más pragmáticos, y supimos ponernos al día).

Estos años se han permitido cosas terribles. Es falso creer que la “burbuja inmobiliaria” es culpa nuestra, o que nos hemos beneficiado de ella. En arquitectura como en otros campos hay “estamentos sociales”. Antiguamente era una profesión para ricachones bohemios, muy pocos la acababan, y los que lo hacían tenían estudios de arquitectura y trabajaban para ellos mismos. Posteriormente empezó a llegar gente nueva, de otros grupos sociales, con otras perspectivas. Pero los estudios seguían siendo los mismos, el negocio familiar que se pasaba de generación en generación. En la “época buena” los propietarios de los estudios se enriquecieron, mientras que los arquitectos “nuevos” pasaron a trabajar para ellos en un sistema casi esclavista.  

Durante la carrera de arquitectura se insta al alumno a que trabaje, a que se comprometa con su profesión hasta el final. Es algo que en mi opinión no hay que tomarse muy en serio. Pero en una carrera en la que hay que entrar con una media de sobresaliente, muchos son “absorbidos” por este espíritu de entrega hasta el final. Con los alumnos acostumbrados a trabajar a destajo, una vez acaban la carrera, pasan a estudios de prestigio con el convencimiento de que así “lograran llegar a ser los “Arquitectos-Estrella” que admiran”. No los que el público normal conoce, a los cuales odian (no sin razón: Calatrava, Torres, Bofill,…) si no a los “maestros en arquitectura” (actuales y no actuales). Es una vergüenza que se ponga como algo admirable que el (por otro lado genial) arquitecto Mies Van der Rohe abandonara a su familia para dedicarse por completo a su profesión.  Si a un niño recién llegado (con media de sobresaliente del instituto, y acostumbrado a “hacerle caso a la profe”) se le dice esto, unos cuantos caen en esta idea más propia de una secta.
¿Pero esto que tiene que ver? Que durante “los años buenos”, cientos de arquitectos han trabajado gratis y con unos horarios abusivos hasta que han llegado a los 30 años, se han encontrado la crisis y ya no les quieren ni gratis. Se han encontrado viejos, que nadie los quiere, y con poca experiencia en un estudio “de prestigio” dentro de un sector muy limitado. Pero, ¿a quién se iba a quejar? ¡Si los arquitectos no hemos tenido sindicato hasta hace 2 años! ¿De verdad hemos disfrutado de muchos privilegios? Pero aquí la culpa es en parte nuestra. Hay muchos más arquitectos de los que hacen falta, es verdad. Es una carrera conocida, que a los padres les llena de orgullo recomendarles a sus hijos estudiarla. El problema está, en parte, en que muchas universidades, sabiendo la altísima demanda que hay por parte de los jóvenes estudiantes, hacen caja con ello. Por eso se dan ejemplos como la Universidad Rey Juan Carlos, que en el año en que las deudas le atosigaban, empezó a ofrecer arquitectura, sabiendo que ya en la Politécnica de Madrid sobran la mitad. Pero hasta ahora no he visto ningún organismo oficial que se haya preocupado en regular las plazas que se ofertan en diversas profesiones. Esto genera una masa enorme de gente muy formada pero parada, que pasa en arquitectura y en magisterio (entre otros). Pero a ningún partido político parece importarle esto.

El gran público

La arquitectura, como ya hemos dicho antes, tampoco tiene simpatía entre el gran público. Nos ven como a gente muy “freak”, y tienen asociada la imagen de cultureta gafapasta que habla de su vivienda como su fuese una obra de arte. Es una asociación que la gente hace porque, en numerosos casos, es cierto. Si queremos que la gente normal nos apoye, que seamos profesionales respetados y que ningún gobierno (por mucha mayoría absoluta que tenga) se atreva a tocar nuestras competencias profesionales, hace falta que, simplemente, hagamos bien nuestro trabajo. ¡No somos artistas! La imagen de arquitecto artista incomprendido por la sociedad, como en la novela (y película) “El manantial” de la ultra-neoliberal Ayn Rand, está muy presente entre muchos profesionales. Es algo de lo que se mama desde la universidad. Frases como “la gente no tiene ni idea”, “el cliente se equivoca” o “lo importante es que a mí me interese” están presentes todos los días en las asignaturas de proyectos.

¡Cómo van a apoyarnos la gente a la que despreciamos! Por eso la gente se cree que entiende de arquitectura y nos ven poco útiles. Piensan: “mi salón ahí, y en este lado, el dormitorio. Ya no me hace falta arquitecto, solo necesito un ingeniero que me haga el cálculo para que no se caiga, que es lo que no sé”. La gente común cree que sabe hacer nuestro trabajo porque no lo entiende, y no lo entiende porque nos hemos despegado completamente de ellos. Buscamos desesperadamente un “mecenas” y no un cliente. Nos falta el punto de vista empresarial y pragmático, y no tendremos ningún futuro si no nos olvidamos que no somos artistas, que somos PROFESIONALES, que saben hacer bien un trabajo muy difícil y complicado, solo al alcance de alguien competente. Por eso Zaha y Calatrava han generado admiración entre la gente no entendida, ven lo “raro” de las formas y dice “yo no sé hacer eso”. Tenemos que lograr que la gente piense  eso de nosotros “yo no sé hacer eso” (aunque a diferencia de Zaha o Calatrava, nosotros tenemos que hacerlo bien)

¡Ojo! No estoy diciendo que la arquitectura no sea un arte. Solo digo que esta a otro nivel. Lo que creamos no es arte puro, pues creamos objetos que son necesarios para la vida (a un nivel más básico, la gente necesita más una casa que una canción o una pintura). La verdadera esencia de la arquitectura no es la creación de un objeto que genere un estímulo emocional, sino la creación de un lugar que “reciba” esa emoción y la albergue.

Para muchos de vosotros, estas palabras se quedaran en un cúmulo de intenciones, y dirán “Eso del lugar donde emocionarse es una chorrada. Lo importante de una casa es que no se caiga y ese bien hecha” Por supuesto que es fundamental que no se caiga y que este bien ejecutada, es lo más importante, pero no lo único. Una industria (que un ingeniero puede actualmente ejecutar) cumple con estos dos requisitos. Pero con ninguno más (salvo excepciones, hechas con la colaboración de arquitectos). Aunque algunos como el Presidente del Colegio de Ingenieros de Valencia, que aseguró hace un par de días “Que la diferencia entre una fábrica y una vivienda era el número de ventanas”, no le importaría en absoluto que la arquitectura se perdiera.

Si de verdad sigues pensando que es algo fácil, he aquí un problema de 3º de carrera. Ejecuta una vivienda de tres dormitorios, en Córdoba, dos baños, cocina, salón y estudio en la siguiente parcela. Teniendo en cuenta que está entre 3 medianeras, las normas urbanísticas te impiden hacer sótano y más de dos alturas (por estar en un centro histórico) Teniendo en cuenta que la madre es fanática de los patios de flores cordobeses y el padre colecciona 1000 VHS de Kun Fú de los 80. Si de verdad eres capaz de hacerlo bien, manda tu solución a lasdossombras@gmail.com

¿Sigues pensando que puedes? He aquí uno de 4º: Ejecuta un estudio del barrio de Lavapiés en Madrid, y una vez estudiado sus problemas, plantea una solución, para los problemas del barrio, a nivel constructivo y detallado, con una estimación del cálculo estructural a ejecutar.

En resumen, tenemos que olvidar aquello de que somos “Dioses” o “Artistas incomprendidos”. Y aceptemos que somos profesionales, que un cliente con una necesidad nos contrata y que tenemos que dar lo mejor de nosotros para que el usuario sea feliz y esté contento con haber realizado la inversión. Que piense “¡Qué bien he hecho en contratar a un arquitecto!”

 Urbanismo, el modelo de trabajo a seguir

Hablemos ahora de lo que hasta el momento parecía “el enemigo”. Los ingenieros no es que sean mejores ni peores que nosotros, esto tiene que quedar bien claro. Ellos no van a salir beneficiados de la LSP. Todo lo contrario. Un promotor no es tonto, va a coger a un arquitecto para hacer una vivienda, que es el que sabe diseñarla. Entonces, ¿por qué criticar la ley? Porque lo que sí que va a cambiar es la competencia, habrá más competencia, y donde hay mucha competencia (como ya ha pasado con la arquitectura en estos años) ya no se compite por calidad o tipo de servicio, se compite por precio (¡hay que estudiar un poco de economía y empresariales señores arquitectos!) y eso es lo peor que se puede hacer. Se entra en un bucle del que es muy difícil salir y se alcanzan verdaderos niveles de miseria, como los ya citados antes ¡Viva la competitividad no regulada!

El gobierno está comprometido con llegar a mayor nivel de libertad profesional y de mercado. Pero esto no entra en las imposiciones de Bruselas, porque esto no se hace (ni se va a hacer) en ningún lugar de Europa. Ni siquiera en EEUU, el país liberal por excelencia, se permiten estos sueldos entre los arquitectos, pues allí los colegios profesionales imponen un sueldo mínimo aceptable (bastante digno) en función de los colegiados para ejercer la profesión ¡Aquí hace 10 años que no se hace eso! Hablamos de liberalismo, pero sin embargo para hacer tu propia empresa cada vez hay más trabas administrativas ¿Liberalismo para unas cosas si y otras no?

En Europa el ingeniero conoce muy bien su trabajo, y el arquitecto el suyo. No hay competencia ni rivalidad ¡Es una tontería como un castillo! Muchos de mis mejores amigos son ingenieros/as, y son unos auténticos profesionales, muy competentes en su campo de trabajo (en el campo del cálculo de estructuras) y estos reconocen muy bien donde está su lugar. Una cosa es calcular una estructura, algo que ambos sabemos hacer (los ingenieros la mayoría de las veces, mucho mejor), y otra cosa es diseñar una vivienda, que tiene relación, pero no es, ni mucho menos, lo mismo, y que solo nosotros sabemos hacer.

La defensa de los arquitectos ha sido la de defender nuestra profesión porque nosotros “hacemos algo artístico” y algunos ingenieros han atacado diciendo que nuestro trabajo no sirve de nada y que ellos lo hacen mejor. Si continuamos con esta forma de defendernos, ¡vamos listos! Los ingenieros no son nuestros enemigos, son nuestros compañeros. Tenemos que defender todos juntos nuestras competencias profesionales, recordarles que ellos van a estar también perjudicados por la competencia, ya que un ingeniero de minas podrá hacer barcos, y uno naval, minas (¡y hospitales!). Todo se liberaliza y todos perdemos. Hablemos de apostar por lo que ocurre en Europa, y por lo que ocurre aquí en Urbanismo

En urbanismo ya hace años que entendieron en problema. Y aunque, desde Aznar, es una profesión que se ve como despreciable por los causantes de la “burbuja” y la crisis posterior, funciona en equipo como un reloj. Un urbanista, que al fin y al cabo es alguien que ha estudiado arquitectura, es un experto en diseñar y crear, pero también en dirigir, ya que es el único profesional que tiene conocimientos limitados en muchos campos. No somos los que más sabemos de jardinería, pero sí que sabemos algo, al igual que de estructuras, de física, de historia, de arte, de dibujo,… Hay un refrán que dice que somos como los patos, sabemos ir por cielo, tierra y agua, aunque todo con un poco de torpeza.

En urbanismo, el arquitecto coordina el equipo y supervisa otras decisiones, además de diseñar. Pero, él es consciente que el ingeniero de caminos también sabe del tema, y que sabe mucho más que él de carreteras y calles. Los dos son conscientes de que el sociólogo entenderá más de cómo se comporta o los modelos de vida de la población de una zona. Y todos comprende que el biólogo sabrá utilizar las especies más idóneas de árboles según lo que hayan observado o diseñado los otros profesionales. Se fomenta la cooperación, la comprensión y el respeto hacia los otros profesionales
Pongamos esto como ejemplo. Con retórica y más “ego” no vamos a defender la profesión ante los medios, que son los que nos tienen que apoyar para que el ministerio dé marcha atrás. Defendamos la arquitectura y la profesionalidad de los trabajadores competentes con más profesionalidad y recuperando el compromiso social y humildad que la arquitectura tuvo y que nunca debió perder. Hagamos que todo el mundo entienda que sólo alguien que entiende de arquitectura es lo suficientemente capaz de establecer “contextos para la vida”


Escrito por RyR para el blog Las Dos Sombras 


Léase tambien: https://nmas1.wordpress.com/2013/07/01/sobre-el-verbo-mentir/

Si desea firmar la petición hecha desde colectivosarquitectura pinche aqui:
 http://www.colectivosarquitectura.com/page/firmas-contra-la-ley-de-servicios-profesionales


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La desconocida Generación del 25



NOTA PREVIA: Si le van los artículos serios, abstenerse de leer los paréntesis, que están ahí para agilizar la lectura del público no entendido en la materia
 

Si hubo una época decisiva para la cultura mundial, incluida la española (si señores, ¡por una vez estamos dentro! ¡Oe, oe, oe!), fueron las primeras décadas del siglo XX. Un progreso tecnológico, cultural y científico que puede ser definido como el momento en el cual, la humanidad dejó de ser un niño para convertirse en un adulto. Conscientes de que ocurre no sólo en su mundo, si no en su universo. Pasó a decidir sus propias normas y reglas. Se emancipó, de alguna manera, de la naturaleza y el orden, que hasta entonces eran los que mandaban. Ya no vale hacer frescos de bodegones y flores. Hay que pintar lo intangible, las emociones, o incluso el tiempo y el espacio (es lo guay del cubismo, que puedes ver cuántas perspectivas quieras del objeto a la vez, y ya hablaré del caso especial del ¡cuadro de 5 dimensiones! ¡Chúpate esa James Cameron, que tu Avatar solo era de 3!)
En nuestro país destacó la pintura (Miró, Dalí, Picasso,…) y en literatura (generaciones del 98, 14 y 27) Pero en otras cosas se quedó muy cojo, e incluso en las citadas, los artistas tuvieron que emigrar y su mejores obras se dieron en el extranjero.
La arquitectura no tuvo sus mejores exponentes en el sur de Europa. Italia, con el régimen fascista, vio la arquitectura moderna tornada con un aire monumentalista (aún así esto es muy curioso, pues en el resto de dictaduras conservadoras, el arte se volvió conservador. En Italia los fascistas hacían arte moderno, la resistencia, arte Noveccento, con esperpéntico resultado, ¡más aún que en la película homónima!) Los otros países del sur eran demasiado pobres y estaban arruinados. España se intentó subir al carro del norte, pero le pilló la guerra.
El norte era el que mandaba, en especial Alemania (cómo no…) Un grupo de personas cambió la arquitectura de arriba a abajo. Se modernizó, con lo bueno y lo malo que ello conlleva. En los años 20 se organizaron congresos internacionales de arquitectura (CIAM) donde eminencias de la profesión se reunieron y debatieron sobra hacia donde tenía que tender la arquitectura. Antes de eso, ya Gropius, Mies y Le Corbusier habían marcado una nueva forma de hacer arquitectura, muy consecuente con la evolución de los materiales y con el contexto cultural de la época.
A nuestro país tardó en llegar, y fue, a través de lo que el arquitecto Carlos Flores López denominó: la Generación del 25, que inventó este nombre no para unos artistas, sino para el espíritu de unos arquitectos.
La Generación del 25 no se puede entender como una generación definida y concreta, ya que, a diferencia de la generación del 27 (movimiento en el que algunos autores encajan a la del 25) no surgió como algo organizado por un hecho concreto. Más bien fue un cúmulo de intenciones por parte de unos arquitectos de principios de siglo, casi todos ellos vinculados a la Escuela de Arquitectura de Madrid (la ETSAM, casa de un servidor) de adoptar esta nueva corriente e integrarla, a poder ser con el estilo propio del lugar. No olvidemos queridos lectores, que el arte no es como la ciencia, que es un “saber” atemporal y ageográfico. El arte tiene un lugar y un momento, si no, está renunciando a su condición humana, algo de lo que se libra la ciencia (para bien y para mal) y que algunos de los miembros del CIAM no supieron entender.
Esta arquitectura propia de un clima de rebeldía tiene como principales exponentes el Rincón de Goya en Zaragoza (considerado el primer edificio propiamente moderno de España), La Gasolinera de Petróleos Porto Pi (Imagen) y los Albergues de Carretera (Actuales Paradores). Mientras que los principales exponentes fueron Fernando García Mercadal, Juan de Zavala, Rafael Bergamín, Luis Blanco Soler, Luis Lacasa Navarro, Agustín Aguirre, Eduardo Figuerroa y algunos “entendidos” meten a Luis Gutierrez Soto, del que hablaremos después. También se han incluido a veces a gente cercana a los citados pero con gran diferencia de edad frente a estos como el gran Secundino Zuazo (La Casa de las Flores). Vamos a analizar a unos pocos y a la GATEPAC (El resto son también recomendables y les recomiendo que busquen sobre ellos)
Fernando García Mercadal fue el mayor exponente del movimiento. De familia burguesa, estudió en la ETSAM donde tuvo un expediente brillante por su enorme conocimiento sobre la arquitectura historicista. Este conocimiento le llevo a Italia y de allí fue al norte a conocer al arquitecto de la Bauhaus Peter Behrens, el cual le “convenció” de hacia dónde debía de tender la arquitectura. Este, volvió a España convencido y publicó en una revista el que está considerado el “manifiesto de la arquitectura moderna española” (Los manifiestos eran el curriculum vitae de la época, todo el mundo se hacía el suyo. Tan bueno no sería, cuando los únicos que los han conservado, hoy en día, son los partidos políticos e Ikea)
Su gran obra, el ya citado Rincón de Goya. Esta gran e infravalorada obra es un ejemplo perfecto de arquitectura moderna, pero conserva un toque regional que la hace única. El estilo internacional, deja de serlo (¡Y en 1928!). Con formas volumétricas muy lecorbusierianas, integra paramentos de ladrillo como elemento de arquitectura popular, regional y económica. Parece que esto de primeras choca con el movimiento moderno. No es si no mentira, el propio Le Corbusier usaría ladrillos y bovedillas posteriormente, con salirse de la modernidad. La ruptura con “lo clásico” no era total, lo lógico era conservar elementos populares, que casi siempre eran más pragmáticos (curiosamente los seguidores acérrimos del movimiento moderno posteriores, sobre todo los actuales, solo cogieron la etapa purista de los CIAM, algo totalmente absurdo). El edificio está levantado con estructura de hormigón y muros de ladrillo revocados y cubierta plana. Consta de tres cuerpos de alturas y espacios desiguales, reflejando su disposición interna. Un cuerpo bajo y corrido unifica todos los volúmenes gracias a un pórtico adintelado que se rompe en el punto de acceso, o mejor dicho, se rompía. El edificio ha sido modificado y maltratado hasta el extremo (¡en ese tipo de cosas, España nunca falla!)
Posteriormente Mercadal trabajaría para Zuazo (que un arquitecto trabaje para otro después de haber hecho una gran obra es impensable hoy en día, si hubiese sido de la quinta de los 70-80, le teníamos en la ETSAM exponiendo su ego con un jersey negro de cuello alto y unas gafapasta (y seguramente no haría otro proyecto en años)). Fundaría, además de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, la GATEPAC, de la que hablaremos ahora. Fue invitado también a los CIAM y consiguió que Le Corbusier diese una serie de conferencias en la residencia de estudiantes de Madrid (en plena generación del 27). Tras la guerra cometió el triste error de no emigrar (si lo hubiese hecho, quizás se le estudiaría en las escuelas de arquitectura) y se quedó en España, sin título, por su condición de comunista. Apenas volvió a ejercer la profesión y nunca volvería a ser de manera destacada.
El GATEPAC (Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea) se fundó, en 1930, con el objetivo de ser la rama de los CIAM en España y promover la arquitectura moderna. Fundado por José Manuel Aizpurúa, Bonet i Castellana, Mercadal y Josep Lluís Sert entre otros, tuvo una gran actividad, en especial en los años de la Segunda República, donde el contacto de algunos miembros con el gobiernos les permitió realizar proyectos para el estado. Su principal actividad (y legado) fue sin embargo la revista A.C. Documentos de Actividad Contemporánea. Tuvo tres secciones la catalana (GATCPAC, el más activo de los tres), la del norte (principalmente vasco) y la del centro (localizado sobretodo en Madrid). La victoria del bando nacional obligó a exiliarse a la mayoría (Sert fue a EEUU y logró cátedra en Harvard). Su legado fue censurado por el régimen hasta los 50, que fue rescatado del olvido por el gran Oriol Bohigas.
Uno de los miembros del GATEPAC que también tuvo que exiliarse fue Rafael Bergamín Gutiérrez. Malagueño de nacimiento, su obra se desarrolló especialmente en Madrid. Tertuliano muy habitual de la “Sagrada Cripta del Pombo” de Rafael Gómez de la Serna. Colabora con Luis Blanco Soler (también de esta generación) en la realización de obras en La Ciudad Universitaria. Su mejor obra, sin duda, es la Casa del Marqués de Víllora (1928) en Madrid, otro de los grandes ejemplos de arquitectura moderna española, pero con un toque menos frío y más humano que los que se realizaban en otros países.
La otra gran obra de este movimiento que nos falta por analizar es la gasolinera de Petróleos Porto Pi (1927) de Casto Fernández Shaw. No entraré a analizar el significado que muchos le asignan a la torre de “homenaje a una torre vigía por sus adornos referenciados” porque es algo muy rebuscado y casi ridículo. La torre sí que forma parte de un conjunto bien cohesionado y construido, con un sistema constructivo de losa que vuela en todas direcciones impecablemente ejecutado. La gasolinera fue derribada por CAMPSA, pero, por suerte el ayuntamiento les obligó a reconstruirla tal y como estaba, algo que se cumplió a medias (¡This is Spaiiiiin!)
Todos estos arquitectos tuvieron a un profesor en común: Secundino Zuazo, una auténtica leyenda en la Escuela de Madrid (el Oiza de la generación pre-Arana, los que hayan estudiado allí me entenderán perfectamente). Arquitecto y urbanista, empezó en 1912 a hacer edificios historicistas de corte romántico (para los no puestos en la materia, es el estilo en el que trabajaba Gaudí). Acaba impregnándose de los cambios que empezaban a surgir en el resto de Europa y ya en los años 10, antes que la época “clásica” del Movimiento Moderno, empieza a adoptar principios racionalistas, pero tambien vinculados a lo económico y lo popular, logrando conjuntos interesante y novedosos, más por su extrema sencillez que por otra cosa. En 1932 realizaría un hito de la arquitectura madrileña, la Casa de las Flores. A caballo entre el lenguaje racionalista y el popular, incorporaba muchos elementos con criterios meramente pragmáticos, simples y muy eficaces, entre ellos un patio central que se procuró que se conservara (al contrario que en casi todas las manzanas de Salamanca y Arguelles) y una terraza habitable, con zonas porticadas para fiestas de vecinos con vistas a la capital (emborracharte en las alturas y en un edificio mítico es una cosa “mu buena”) Si viven o pasan por Madrid no olviden ir a visitarlo, e intenten colarse dentro probando suerte en los telefonillos (la mayoría de sus habitantes son arquitectos y no les importará).
Posteriormente colaboró con el gran ingeniero (sí, un ingeniero y un arquitecto colaborando… snif… en aquella época cada uno respetaba el trabajo del otro…) Eduardo Torroja (para los infieles de la arquitectura, el abuelo de Ana Torroja, cantante de Mecano) en uno de los mejores edificios de la época, el destruido Frontón Recoletos (ya hablaremos de él en otra entrada). Antes de la guerra, inició los Nuevos Ministerios. Pero le pilló la guerra y estos se finalizaron con otro arquitecto que introdujeron elementos típicos de la arquitectura fascista y hitleriana. Cuando regresó a España, muchos años después, se centró en el urbanismo y diseñó el trazado de la Castellana.
Ya que hemos comentado un caso particular, que forma parte de la generación del 25 por los pelos (ya que se saldría por la edad), hablaremos de otro caso particular, Luis Gutiérrez Soto. Este arquitecto madrileño empezó como un gran representante del racionalismo (o modernismo, como ustedes prefieran) en nuestro país. Suyos son el cine Callao (1926), el cine Conde Duque (1926), el cine Barceló (1930, actualmente es la discoteca Pachá (ahora sí que os suena, ¿eh, pillines?)), el cine Montera, cine Atocha,… Se le conocía por todos ellos: “el arquitecto de los cines” (¡que derroche de originalidad!). También realizó en esta época el primer Aeropuerto de Barajas (1930) y la mítica piscina de la Isla del Río Manzanares (1931, desaparecida, en Príncipe Pío, lo más parecido a una playa que ha tenido Madrid capital).
Gutiérrez Soto, al contrario que la mayoría de sus colegas arquitectos fue del bando nacional. Tras la guerra, absorbió las ideas del régimen (de forma que llegó a ser más franquista que Franco) y se desvinculó del movimiento moderno para empezar a realizar obras de corte herreriano (de Juan de Herrera, arquitecto del Escorial. Sí amigos, con Franco se retrocedió casi 5 siglos,… y eso no hay pantano que lo justifique…) y realizó el Ministerio del Aire (el adefesio que vemos todos los día en Moncloa… esos edificios son más recientes que Pachá… a mí también me cuesta creerlo…). Se afilió a falange y se codeó con la alta sociedad de la época (un Joaquín Torres del momento). A mediados de los 50, volvió el movimiento moderno entre las nuevas generaciones de arquitectos y Soto volvió a sus orígenes artísticos (ya sabéis lo que se dice, lo mejor es ir “por el camino que se vea más trillado”)

Hasta aquí nuestro pequeño acercamiento hacia una generación que desgraciadamente no ha tenido el reconocimiento que se merece (ni si quiera dentro de la profesión donde se cogen pequeños matices sueltos, en vez de entender el conjunto en su época) ni probablemente lo vaya a tener. Pero no se puede entender la arquitectura que vino después sin este pequeño acercamiento al racionalismo que se hizo en los años 20-30 y que aunque no estuvo a la altura de sus homólogos europeos, si que tuvo pequeños matices que adelantaban lo que iría a pasar muchas décadas después (por una vez que vamos por delante, ¡no nos damos cuenta!)


Escrito por RyR para el blog Las Dos Sombras

Contra las pseudociencias



En nuestra sociedad, de forma alarmante, se observa una aceptación y un tratamiento de los conocimientos místicos y pseudocientíficos del todo incompatible con el estado actual de nuestra ciencia. Programas como “Cuarto milenio” u otros similares sobre espiritismo y ocultismo, así como publicaciones mensuales de revistas que hablan de ufología, espectros, el más allá, etc, no hacen sino confundir a la población con sus despreciables formas de “conocimiento” que, sin sustentarse en el método científico ni en ninguna base teórica consistente desde un punto de vista lógico, proponen hipótesis sobre la naturaleza y fenómenos de nuestro mundo que hacen de nuestra era, tal como Feynman la denominó, “esta era acientífica”...
Me propongo, por tanto, en este breve trabajo, atacar todo tipo de pseudociencia, mostrando los motivos por los cuales suponen un paradigma anticientífico en nuestra cultura por su falta de base empírica, contradicciones internas, etc.
Antes de comenzar, quiero dejar claro otro asunto; es típico oír defensas alegando que, siendo la incertidumbre y el anti-dogmatismo ingredientes básicos del quehacer científico, resulta incoherente negar categóricamente ciertas ideas propias de las pseudociencias. Pues bien, para mí, resulta obvio que una cosa es admitir la incertidumbre, convivir con la duda y aceptar el valor limitado de las teorías científicas –así como la existencia de tantísimos misterios aun por descubrir y explicar- y otra muy distinta es realizar especulaciones “extracientíficas” sin ningún tipo de sustento racional potente ni ninguna base empírica reseñable, planteando cuestiones que rayan el terreno de la metafísica y que pretenden, sin embargo, tener la categoría de científicas (o al menos su credibilidad). Por si fuera poco, tales especulaciones no se sitúan en el marco de ningún paradigma aceptado, sino que las encontramos, siempre y sin excepción, al borde de la ciencia y constituyendo un desafío para la racionalidad humana, pero, siempre también, con esa inconfundible chispa que le proporciona su presentación sensacionalista con la que penetra en la mente de tantísimos individuos desprevenidos.
Por otra parte, si alguna vez nos encontramos ante un hecho misterioso, ante algún fenómeno inexplicable, la postura más inteligente sería reconocer nuestra ignorancia y especular, sin convencimiento, de la posible naturaleza de tal fenómeno, suponiendo que algún día recibirá alguna explicación en el marco de alguna teoría científica; lo que sería, por otra parte, muy triste y empobrecedor, sería buscar alguna explicación trascendente o mística al margen de la ciencia, en vez de reconocer que quizá no estemos preparados para comprender ciertas cosas. Por ejemplo, hace algunos milenios los seres humanos creían que el sol era un dios todopoderoso, o, hasta la aparición de la Teoría de la Evolución, que la estructura del ojo en los vertebrados parecía una prueba indiscutible de que tenía que existir algún tipo de inteligencia superior. Sin embargo, también se han dado aquellos que, con la mente abierta y un espíritu curioso con afán de conocimiento, se pararon a pensar y, rechazando los dogmatismos y los argumentos sin pruebas ni coherencia, reconocieron su ignorancia y vivieron en una incertidumbre crítica. Ciertamente, si encontramos algo que no entendemos, siempre podemos decir que es obra de un espíritu mágico inmaterial, pero eso no explica lo más mínimo, simplemente deja patente que no sabemos nada.


ASTROLOGÍA Y UFOLOGÍA

Un ejemplo de pseudociencia del dominio popular es la astrología, un conjunto de creencias que afirman que se puede conocer el futuro de las personas y su personalidad en base a observaciones planetarias y a como los objetos celestes influyen en los seres humanos. En un principio, en la notablemente atrasada sociedad de la edad media, carcomida por las guerras, las monarquías absolutistas y los estados teocráticos, astronomía y astrología estaban unidas, pero a partir de cierto momento (gracias a Giordano Bruno, Kepler, Galileo y otros) se separaron de forma definitiva.
Se pueden encontrar, fácilmente, ejemplos del quehacer de los astrólogos; por poner en caso, si tecleamos en el buscador Google la palabra “astrólogo”, una de las primeras entradas corresponde a la página personal de Ismael Gil, “diplomado en parapsicología y astrología por el Instituto de Ciencias Parapsicológicas Hispano Americano y por el Centro de Estudios Astrológicos de Barcelona”.
En su artículo “Las eras astrológicas”, publicado en la revista Karma en diciembre de 1999, podemos hallar párrafos de este tipo:
Cada era está signada por un emergente paradigma que viene a reemplazar al que, por ley de ciclo, ya está caduco. Por esto, cada ciclo renovado aporta nuevas consignas, siempre en sintonía con el signo astrológico que las arropa, valores que siempre impulsa un nuevo líder espiritual. En Piscis, la era en la que todavía estaremos por largo tiempo, fue Jesucristo el principal encargado de tan sublime misión. El enseñó el camino de la fe, de la renuncia y la oración, todos, valores genuinamente piscianos. ”
La astrología, como disciplina de observación de los ciclos naturales, estudia la correlación entre el devenir celeste y el acontecer terrestre, apoyándose en la naturaleza cíclica de toda realidad objetivada y en la certeza contrastada de la existencia de una interconexión sutil de todos los planos de manifestación.
Bien, la pregunta lógica es, ¿mediante qué experimentos está contrastada esta supuesta interconexión? A esta pregunta no he hallado ninguna respuesta satisfactoria.
En otro artículo, “Consideraciones astrológicas sobre el código penal”, nos podemos encontrar ridiculeces del siguiente calibre:
El tránsito de Plutón en Sagitario va a modificar substancialmente el ámbito judicial en todo el mundo de forma tangible [...].Es aceptado que Plutón, entre sus múltiples atribuciones, tiene fama de socavar y minar aquellos contextos o estamentos afectados por su lento peregrinaje, obligando a llegar al punto de fusión irreversible que permite resurgir de forma renovada y encarar un nuevo proyecto, más eficiente y operativo.”
A continuación, cito textualmente la respuesta que recibí tras escribir a un consultorio de Astrología natal, adjuntando datos personales reales (huelga decir que cuando una disciplina que pretende ser seria expone sus servicios de forma global y generalizada a través de internet, con requisitos tan simples como adjuntar datos personales, la supuesta seriedad de la tal disciplina empieza a ser más que dudosa)
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Entre las personalidades que han declarado públicamente su convicción en la validez de la astrología, están Richard Tarnas (cuyo libro Cosmos y psique, aparecido en 2006, exponía las relaciones que, según el autor, existen entre los movimientos y posiciones relativas de los planetas con la experiencia humana) y el excéntrico Kary B. Mullis, premio Nobel de química por el desarrollo de la técnica conocida como PCR (Polimerase chain reaction)
La astrología se puede desmontar de mil maneras; podría simplemente recurrir al principio de autoridad, refiriendo que, salvo rarísimas excepciones, todas las personas con formación en astrofísica, astronomía, matemáticas, etc, rechazan la astrología, y que los llamados “astrólogos” son personas sin conocimientos ni cualificaciones profesionales en el campo de la astronomía.
Podría, también, hacer referencia a los métodos empleados: mientras que los astrónomos y astrofísicos utilizan a gran nivel las matemáticas y las más refinadas técnicas experimentales al alcance de la tecnología actual, los estudiosos de la astrología no siguen el método científico y ni siquiera hacen uso de la tecnología o de la deducción matemática (propia de todas las ciencia y en especial de las referentes a la física y la astronomía). Debe aclararse que la referencia a los métodos de trabajo empleados no puede, como en todo casi sí podría hacerse con el primer argumentó que esgrimí, tildarse de falaz en ningún caso, ya que me he limitado a señalar objetivamente como los instrumentos y herramientas de los que devienen los conocimientos astrológicos son notablemente más endebles e imprecisos que los métodos usados en materias científicas (como la astrofísica o la astronomía).
Podría también mostrar, simplemente, como los horóscopos, no ya de periódicos como el ABC, sino de revistas “especializadas”, se contradicen entre sí en diferentes publicaciones y diferentes épocas. Por último, podría, como hacía Carl Sagan, satirizar este despojo de la cultura humana haciendo notar que “en el momento de mi nacimiento, debido a la distancia, la interacción gravitatoria entre el ginecólogo y yo era mayor que la que ejercía el planeta Marte” . También es de Carl Sagan el siguiente párrafo, que apareció en el libro El mundo y sus demonios:
Se pueden formular un buen número de críticas válidas de la astrología: por ejemplo, su aceptación de la precesión de los equinoccios al anunciar una «era de Acuario» y su rechazo de la precesión de los equinoccios al hacer horóscopos; su ignorancia de la refracción atmosférica; su lista de objetos supuestamente celestiales que se limita principalmente a objetos conocidos por Tolomeo en el siglo II e ignora una enorme variedad de nuevos objetos astronómicos descubiertos desde entonces; [...] la imposibilidad de la astrología de pasar el test de los gemelos idénticos, las importantes diferencias en horóscopos hechos a partir de la misma información de nacimiento por diferentes astrólogos, etc.”
Pero la astrología es solo uno de estos preocupantes y abundantes casos de incultura científica que cunde en nuestra sociedad. Tenemos, por ejemplo, la ufología, el “estudio” de los fenómenos OVNI y de los contactos de los extraterrestres con la humanidad. Antes de refutar brevemente algunas de las afirmaciones de esta disciplina, me gustaría señalar que, por supuesto, nunca veremos a ningunos de estos ufólogos asociados al magnífico proyecto S.E.T.I, y que nunca habremos visto, por supuesto, al profesor Frank Drake o a alguno de sus colegas defendiendo las ideas y hechos que sostiene la ufología (lo mismo cabe decir para el caso de la astrología).
Lo primero que cabe señalar es que, ¡oh, sorpresa!, la ufología tampoco hace uso del método científico. Y, además, me apostaría todo lo que pudiera, aun sin haber indagado con demasiada profundidad, a que nunca veremos a Íker Jiménez o a Juan José Benítez trabajando con un radiotelescopio o manejándose con algunas ecuaciones.
De nuevo, creo que es interesante señalar que, entre los ufólogos más “respetados”, no hay ninguno que provenga de una educación científica (con la excepción del Dr. Jiménez del Oso, psiquiatra que se pasó posteriormente al periodismo), siendo la mayoría de ellos periodistas. Soy consciente de que mi argumento se puede calificar de falaz, en cuanto a que se basa en una variante del principio de autoridad; no obstante, creo que aquí lo falaz sería afirmar algo como, “X, que es premio Nóbel y doctor en tal y tal cosa, niega la validez de P, luego P es falso”, pero yo aquí no estoy proclamando la validez ni la invalidez de ninguna hipótesis en base a la cualificación o la no-cualificación de otros, sino que simplemente señalo, objetivamente y como mero indicador estadístico, que se da la circunstancia de que todos los científicos reconocidos por su comunidad y que han realizado aportaciones, rechazan la veracidad de las afirmaciones de los ufólogos (y de los astrólogos) y que los que realizan tales afirmaciones son personas sin conocimientos, competencias ni reconocimiento en las disciplinas científicas relacionadas con la naturaleza de las hipótesis que ellos postulan; si a pesar de ello, el gran público quiere darle la misma credibilidad a unos y otros, ya es problema suyo.
Pasando a un breve intento racional de refutar la base de la ufología, al margen de las anteriores consideraciones (que realmente son extrapolables a cualquier clase de pseudociencia), un punto importante a señalar es que, de acuerdo con la teoría, actualmente aceptada y establecida sobre principios muy sólidos (tanto matemáticos como experimentales), de la relatividad especial de Einstein, la velocidad de la luz supone un límite físico inalcanzable, en cuanto a que se requeriría una cantidad infinita de energía para alcanzarla. Así, y considerando las enormes distancias que nos separan de otros sistemas planetarios fuera del sistema solar (donde la vida inteligente está descartada con absoluta seguridad), del orden de decenas, cientos, miles o millones de años-luz, existe un impedimento tecnológico casi absoluto de que naves de hipotéticas civilizaciones alienígenas hayan llegado hasta nuestro sistema solar, y aun considerando que tecnológicamente se superara tal impedimento, ¿quién demonios haría un viaje de cientos de años –¡aun suponiendo que se pudieran alcanzar velocidades cercanas a la de la luz!- para llegar hasta nuestro planeta? ¿Y cómo sabría de antemano las coordenadas a dónde dirigirse? De nuevo, quiero señalar la clave de por qué considero anticiencia tanto la astrología como la ufología, y es que ninguna de las dos disciplinas sigue el método científico, hace uso de tecnología para llevar a cabo experimentos rigurosos, o se sirve de las matemáticas, hechos éstos que indican la escasa, cuando no nula, fiabilidad de los métodos empleados por estas disciplinas.

CREACIONISMO

Durante mucho tiempo, se pensó que los seres vivos habían sido creados por algún tipo de divinidad y que las especies no sufrían cambios a lo largo de los siglos. Esta idea, sin embargo, resultó falsa, y hoy día sabemos que las especies evolucionan lentamente mediante el mecanismo de selección natural descubierto por Darwin, que actúa sobre la variabilidad genética de las poblaciones. Los partidarios del creacionismo (o del diseño inteligente, que es igualmente una corriente antievolutiva) afirman que en las enseñanzas de biología se debería explicar la selección natural y la evolución en contraste con sus “teorías” alternativas; no obstante, la comunidad científica ha señalado lo disparatado que resulta esta proposición, dado que ni el creacionismo ni el diseño inteligente cumplen los requisitos necesarios para ser una teoría científica. La Academia nacional de Ciencias de EE.UU., en un comunicado llamado Science, Evolution, and Creationism, mostró su opinión recalcando la importancia de “diferenciar entre lo natural y lo sobrenatural, de forma que no se obstaculice el desarrollo de aquellos elementos que hacen al bienestar de los seres humanos.”[
Además, por supuesto, la evolución cuenta con multitud de diferentes pruebas que vienen de diversos frentes, como la anatomía comparada, la paleontología, las más punteras técnicas bioquímicas, etc. Por mencionar algunas, están los órganos homólogos, que por un proceso de radiación adaptativa dan lugar a estructuras con un mismo origen y distinta función (tenemos el ejemplo del quiridio, propio de los vertebrados tetrápodos); también están las fuertes semejanzas que muestran los diferentes seres vivos en los comienzos del desarrollo embrionario (por ejemplo, todos los cordados presentan hendiduras branquiales en algún momento de su desarrollo, entre otros muchos ejemplos); o, por mencionar algunas obtenidas desde la biología molecular, la casi total universalidad del código genético y la utilización por parte de todos los seres vivos del ATP, hechos éstos que sólo se explican desde un origen común.
Entre los antievolucionistas más destacados, partidarios del diseño inteligente, están el matemático y teólogo William Dembski y el bioquímico M. J. Behe, que es el único partidario destacado del Diseño Inteligente con una carrera en el mundo de la biología. En su página de presentación de la web de la universidad de Lehigh (dirección que indico en la bibliografía), se puede leer un comunicado del propio Behe resumiendo las ideas que expondré a continuación y explicando que todo sus colegas biólogos disienten de sus opiniones en el campo de la evolución.
Behe es particularmente conocido por el argumento de la complejidad irreducible, que parte de la afirmación del propio Darwin de que “si se pudiera demostrar que ha existido algún órgano complejo que no fue formado por numerosos y sucesivos cambios pequeños, mi teoría se desmoronaría por completo.” Lo que viene a decir Behe, es que existen estructuras biológicas tan complejas que no pueden surgir como resultado de pequeñas acumulaciones, porque si se quita cualquier componente de tal estructura se perdería la funcionalidad. Para mostrar este hecho, pone el ejemplo del flagelo bacteriano. Veamos una de sus ideas fundamentales, que apareció en su libro La Caja Negra de Darwin: El Reto Bioquímico a la Evolución:
“El flagelo de las bacterias es un buen ejemplo [de la complejidad irreducible]. Ellos son como motores fuera de borda que las células bacterianas usan para su autopropulsión. Tienen una hélice larga, como un látigo, que es girada por un motor molecular. La hélice está unida al motor por una junta universal. El motor está sostenido por proteínas que actúan como una base de estabilización. Otras proteínas actúan como cojinetes que permiten al eje penetrar la membrana bacteriana. Hacen falta docenas de proteínas para que obtener un flagelo operativo. En la ausencia de casi cualquiera de ellas, el flagelo no funciona o no puede ser construido por la célula.”
El biólogo Kenneth Miller (profesor de biología en la Universidad de Brown y fuerte critico de las corrientes antievolucionistas a la par que católico) contestó a este argumento en los siguientes términos:
“El punto, entendido desde hace mucho tiempo por la ciencia, es que pedazos y piezas de las máquinas supuestamente irreduciblemente complejas pueden haber tenido diferentes (pero aún útiles) funciones. [...] Él [Behe] escribe que la ausencia de “casi cualquiera” de sus partes hace que el flagelo bacteriano “no funcione.” Pero un pequeño grupo de proteínas del flagelo sí funciona sin el resto de la máquina. Es usado por muchas bacterias como un dispositivo para inyectar venenos a otras células. A pesar de que la función llevada a cabo por esta parte pequeña es diferente cuando trabaja sola, aún así puede ser influenciada por la selección natural.”
De esta forma, se muestra como el argumento de la complejidad irreducible resulta no válido. En general, mi opinión personal es que uno, si quiere, puede creer que existe una divinidad sobrenatural controlando en un última instancia el proceso evolutivo, pero hay que tener claro que esto es una fe personal (como si uno cree en Zeus, o en Tutatis y Belenos, o en cualquier otro dios en general) que en ningún caso se puede erigir como una hipótesis con credibilidad científica. Además, hay otro problema básico en el Diseño Inteligente, y es el hecho de que -caso de que fuera cierto que existe una inteligencia diseñadora- esta “teoría” no aporta nada, ya que al explicar la evolución y sus mecanismos se basa en algo (el presunto diseñador) que, como mínimo, debe ser tan complicado como lo que se está explicando, por lo que lo único que se consigue es retraer la cuestión al terreno de lo sobrenatural, donde pretender hacer ciencia no tiene sentido.
Por otra parte, uno de los mayores y más famosos críticos del creacionismo es Richard Dawkins, un etólogo y biólogo evolucionista, quien ha calificado a éste de “falsedad ridícula y estupidizadora”, y que en la tercera parte de su documental, El genio de Charles Darwin, lanzó algunas opiniones acerca de las críticas al evolucionismo. Al recurrente argumento creacionista basado en la imposibilidad de que la evolución diera lugar “de repente” a la perfecta estructura del ojo, respondió que “el ojo no había aparecido repentinamente. La ciencia ha descubierto especies en cada etapa de la evolución del ojo, siendo esta evolución un proceso acumulativo y gradual”. Además, mostró como en realidad hay diversas imperfecciones en nuestro organismo, como el conocido punto ciego del ojo, los huesos de leche, etc, incompatibles con la existencia de un “diseñador inteligente”.
Una confusión importante que existe en torno a la enseñanza de la evolución, el creacionismo y el diseño inteligente, consiste en la empobrecedora idea de que se deben respetar las diferentes creencias de las personas; no obstante, cuanto tal respeto implica necesariamente la negación de un hecho científico (“La evolución se ha observado, es sólo que no se ha observado mientras estaba ocurriendo”, comentó Dawkins en una entrevista), el resultado es una educación sesgada por culpa de la intromisión de ideas primitivas y supersticiosas en el campo de la ciencia. Dawkins mencionó este hecho en su libro El relojero ciego:
“Casi todo el mundo a lo largo de la historia, hasta la segunda mitad del siglo diecinueve, ha creído firmemente en lo contrario [a la evolución biológica], la teoría del Diseñador Inteligente. Bastante gente aun lo cree así, quizás porque la verdad, la explicación darwiniana de nuestra propia existencia, no forma aun parte de los planes de estudio generales.” (La traducción es mía).
De todos los temas tratados en este trabajo, quizás éste sea el de mayor importancia, ya que las pseudociencias y especulaciones antievolucionistas suponen un movimiento muy amplio y solidamente establecido en diferentes sectores sociales (particularmente en Estados Unidos) que constituyen la negación directa de un hecho científico. Este disparate ha de ser remediado implantando una educación que sea independiente de la cultura religiosa y de las creencias, y que se base en las evidencias y en la buena ciencia. De otra manera, empeoraremos esta triste y paradójica situación en la que, disponiendo nosotros de todas las ventajas reportadas por la racionalidad a través de la ciencia, la medicina moderna y lantecnología, vivimos, sin embargo, en una sociedad carcomida por los ritos y las creencias irracionales.

EL “MÁS ALLÁ”

Comentaré ahora un ejemplo más controvertido; el del “más allá”, el de la vida después de la muerte. En mi opinión, aunque éste es un tema confuso dado que no podemos obtener datos empíricos, creo que podemos llegar a la posición más científica y racional posible a través del “argumento fisiológico”, el que esgrimía Bertrand Russell en su libro Por qué no soy cristiano. Brevemente, la idea de este argumento, desde mi punto de vista, se podría resumir en la actualidad con bastante precisión gracias a los avances en neurociencia y en neurofisiología. Aunque la neurociencia es una ciencia que, en muchos sentidos, se puede considerar en ciernes y que, con toda seguridad, se enfrenta al objeto de estudio más complejo de la naturaleza, en la actualidad se asocia con bastante precisión varias actividades cognitivas, sentimientos, etc, a determinadas áreas cerebrales y circuitos o ciclos bioquímicos muy concretos.
Así, y dado el estado actual de las investigaciones, podemos considerar que todo la inteligencia, recuerdos, memoria, sentimientos, emociones, pensamiento, etc, encuentran una correlación con unas determinadas estructuras neurofisiológicas y unos muy concretos, si bien complejos, procesos bioquímicos; por lo que, se deduce, en el momento en que morimos y nuestra estructura cerebral se desintegra y se desordena paulatinamente; nuestros recuerdos, pensamiento, auto-conciencia, etc, también desaparecen.
No estoy afirmando que esto sea así sin ninguna duda, pues no quiero caer en el error de dar saltos emocionales en un argumento de corte racional; y dado que no podemos falsar esta hipótesis ni apoyarla con ningún otro modelo teórico más contundente (al menos con el estado actual de las neurociencias), debemos aceptar que la verdad sobre la cuestión de qué pasa tras la muerte será siempre incognoscible; no obstante, si debemos situar la cuestión en términos de probabilidades, es coherente pensar que, con bastante probabilidad, tras la muerte, simplemente, está la nada.
Esto no es una conclusión satisfactoria, no es una realidad agradable ni atractiva; es simplemente a lo que apunta lo que hasta ahora sabemos.
Visto esto, se puede ver fácilmente lo absurdo que resultan todas las especulaciones sobre la comunicación con el mundo de los muertos, la Ouija, etc, que, evidentemente, tampoco hacen uso del método científico ni se sustentan bajo ningún tipo de premisas coherentes desde un punto de vista lógico.

HOMEOPATÍA


Mucho se puede discutir también sobre medicinas alternativas, efecto placebo, etc; pero de lo que no me cabe ninguna duda es de que todos los supuestos tratamientos naturales y “mágicos” o curaciones y cosas similares (siempre, por supuesto, de enfermedades menores), tienen una explicación fisiológica que no contradice, ni sorprende, a la ciencia médica convencional.
Por poner un ejemplo, investigadores de las universidades de Michigan y Maryland, en Estados unidos, postularon hace no más de un año, tras un ensayo clínico, que el efecto placebo está relacionado fuertemente con un núcleo de neuronas del encéfalo conocido como núcleo accumbens, así como con un neurotransmisor llamado dopamina. Las reacciones cerebrales relacionadas con el efecto placebo resultaban ser de mayor o menor grado en función de la predisposición previa de los sujetos con los que se experimentó, hecho éste que podría dar cuenta de la eventual eficacia de las terapias con medicinas alternativas, como es el caso de la homeopatía:
“...La investigación reveló fuertes vínculos entre respuestas individuales a un analgésico placebo y la actividad del neurotransmisor conocido como dopamina en una zona del cerebro conocida como núcleo accumbens. Es una pequeña región en el centro del cerebro vinculada a la habilidad de experimentar placer y recompensa e incluso hacerse adicto a las sensaciones causadas por ciertas drogas ilícitas. ” (Extracto de un artículo colgado en la web de la Universidad de Michigan; ver bibliografía)
En cuanto a la homeopatía, todas las evidencias e investigaciones científicas señalan que sus enunciados y leyes carecen de pruebas empíricas sólidas y que posee grandes contradicciones e incoherencias con principios básicos de la ciencia moderna; por ejemplo, en las primeras disoluciones homeopáticas, medicamentos como el Oscillococcinum se prescribían en disoluciones de 200 C (después explicaré que significa esto), que requerían un número de moléculas de agua mayor al número de partículas elementales del universo. Comentaré sus aspectos principales, que tomo del libro Ciencia o Vudú, de Robert L. Park:
Hahnemann, un médico alemán, publicó en 1810 una obra de capital importancia para la homeopatía moderna: Organon der Rationellen Heilkunde. En su obra, Hahnemann expone dos ideas fundamentales: la Ley de la semejanza o la similitud, con la que explica que aquellas sustancias que causan unos determinados síntomas pueden hacerlos desaparecer en una persona que los padece, y la Ley de los Infinitesimales, con la que explica que las sustancias han de ser disueltas en una parte por diez (o a veces en una parte por cien) sucesivas veces para que su efecto sea mayor. El gran error de Hahnemann al establecer su Ley de la similitud fue que enunció un principió universal partiendo de una única experiencia: el hecho de que la quitina, al ingerirla, le produjo los síntomas clásicos de la malaria. Siguiendo su Ley de los infinitesimales, Hahnemann preparó sus medicinas diluyendo extractos de alguna hierba natural: una parte de la medicina por diez de agua, luego agitaba la disolución y volvía a repetir el procedimiento numerosas veces, hasta llegar a disoluciones extremas. Así, por ejemplo, si vemos un medicamento homeopático con una solución de “30 X” (es decir, que se ha diluido una parte de la medicina por diez de agua, se ha agitado, y se ha repetido treinta veces este proceso), es fácil ver que necesitaríamos beber 30.000 litros para ingerir una molécula de la medicina.
Esta especie de “no medicina” se administra usualmente en forma de tabletas o píldoras de lactosa que contienen una gota de la disolución (que puede ser 30 X o más aún), ya evaporada. Los homeópatas, ya conscientes de que sus preparados no pueden contener siquiera una molécula de las sustancias naturales que suponen curativas, argumentan la capacidad de “recordar” del agua, de modo que la información de la sustancia natural empleada (seleccionada según la Ley de la similitud) pasa al agua (y posteriormente a la lactosa, ya que el agua, como indiqué, se evapora. Veamos todo este enredo de supuestos milagros con unos ejemplos que comenta Robert L. Park en su libro ya citado:
En una de las obras capitales de la homeopatía, Healing with Homeopathy, se expone que para curar una erupción provocada por un pañal hay que aplicar una planta llamada Rhus toxicodendron, que, por supuesto, provocaría erupciones en alguien sano. No obstante, los extractos obtenidos de esta planta se aplicarán en una solución de 30 C (diluir una parte de la medicina por cien de agua y repetir este proceso treinta veces), de forma que, a no ser que creamos que realmente unas tablas de lactosa recuerden la información que recordaban unas gotas de agua (según las extravagantes teorías de Jacques Benveniste, homeópata francés, en forma de ondas electromagnéticas) poco importa los síntomas que pueda causar esta planta, ¡pues no se encuentra en la solución aplicada!
Otro ejemplo: para la diarrea infantil se recomienda el trióxido de arsénico, también utilizado como veneno para ratones; sin embargo, no hay por qué preocuparse: la solución recomendada es, de nuevo, de 30 C.
Benveniste, antes citado, publicó, en 1988, un artículo en el que afirmaba, literalmente, que “una solución de un anticuerpo seguía produciendo una respuesta biológica aunque se diluyera a 30 X”. Una forma fácil de refutar este tipo de ideas era comprobar que si una solución a, por ejemplo, 30 X producía una determinada reacción, y al reducir la concentración a cero la misma reacción persistía, entonces quedaba claramente demostrado que la sustancia diluida no tenía ninguna relevancia en la solución aplicada, sin embargo, para Benveniste, como hemos visto, esto solo significaba que el agua “recordaba” la información. Lo cierto es, que John Maddox, editor de Nature por aquella época, instó a diversos grupos de científicos a repetir escrupulosamente los experimentos de Benveniste, con ánimo de establecer un debate científico serio (en lugar de rechazar directamente el artículo, como propusieron otros científicos). La respuesta fue contundente: “En ningún aspecto los datos coinciden con lo publicado por el homeópata francés”.
En un artículo sobre el caso Benveniste, titulado ¿Es efectiva la homeopatía?, de la Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico, se expone detalladamente los hechos que acaecieron tras la publicación en Nature de los experimentos de Benveniste, coincidiendo la versión con la de Robert L. Park, aunque aportando datos más técnicos.

La existencia de la memoria del agua permitiría justificar los postulados de la práctica homeopática.”
Y, sin embargo, experimentalmente esto sigue careciendo de cualquier indicio de evidencias, a la par que, basándonos en principios científicos sólidamente establecidos de la física y la química, esto resulta ser un enunciado imposible.
“dos de los miembros del equipo de Benveniste eran pagados directamente por la empresa de productos homeopáticos Boiron. El mismo Benveniste, ya unos años antes, había sido miembro del consejo de administración de otra empresa similar.”
Hecho que, sin duda, resulta notablemente sospechoso. En este artículo, se critica igualmente la base científica de las conclusiones de Benveniste mediante datos técnicos referidos a las propiedades de los leucocitos y los anticuerpos.
“la revista Science & Vie ofrecía un millón de Francos al equipo de Benveniste si podía reproducir los resultados de su experimento, en un laboratorio puesto a su disposición por el profesor Jean Dry, presidente de la Unión Terapéutica Internacional. [...] Pero en esta ocasión, el experimento sería controlado rigurosamente por un jurado presidido por Dry. La respuesta de Benveniste, publicada el 31 de Diciembre de 1988 en Le Monde fue que “La investigación médica no se realiza en teatros de feria. Rehúso, evidentemente, presentarme ante no sé qué tribunal compuesto por periodistas y científicos...””
Respuesta ésta que deja patente el carácter dogmático y cerrado con que Benveniste se tomó las críticas a sus teorías.

CONCLUSIÓN
Como conclusión, extraigo la idea de lo necesario que resulta aprender a seleccionar el conocimiento, con espíritu crítico, distinguiendo científicos de payasos sensacionalistas con afán de notoriedad, siendo conscientes de que todo lo que podamos hacer por extirpar la mística y pseudociencia de nuestra sociedad para implantar y fomentar una cultura científica será positivo, teniendo asimismo la motivación necesaria para esforzarnos por comprender nuestro universo y a nosotros mismos.
Ciertamente, me parece que una persona que se declare un convencido de la validez de la astrología, que vea a Íker Jiménez pensando que está adquiriendo cultura, que se muestre convencido de cualquier tipo de idea trascendente, metafísica o, en definitiva, no científica, es una persona que está sesgando su individualidad intelectual y demostrando que carece de una verdadera mentalidad crítica y racional. En definitiva, creo que todo lo dicho puede condensarse en una vieja cita dicha por, de nuevo, Carl Sagan: “...La vida es sólo un vistazo momentáneo de las maravillas de este asombroso universo, y es triste que tantos la estén malgastando soñando con fantasías espirituales".

BIBLIOGRAFÍA

General
http://es.wikipedia.org/wiki/Pseudociencia
Qué significa todo eso; 3ª conferencia Richard P. Feynman

Astrología y ufología
Cosmos y psique; prólogo Richard Tarnas
http://www.ismaelgil.com/index1.htm (página personal de un diplomado en astrología)
http://astral.idilis.ro/espanol.htm (página web de consultas astrológicas)
http://es.wikipedia.org/wiki/Carl_Sagan
http://www.carlsagan.com/
http://www.astromia.com/biografias/sagan.htm
Efecto placebo y Homeopatía
Ciencia o Vudú; capítulo 3: págs 79-91 Robert L. Park
http://es.wikipedia.org/wiki/Efecto_placebo#Efecto_fisiol.C3.B3gico_del_placebo
http://www.tendencias21.net/Descubren-como-funciona-el-efecto-placebo_a1702.html
http://www.ns.umich.edu/Es/_story.php?id=5952 (página en español de la Universidad de Michigan donde se explica el ensayo clínico efectuado para indagar sobre el efecto placebo)
http://www.arp-sapc.org/articulos/homeopatia/benveniste.html (detallado relato sobre “el caso Benveniste” de la Sociedad Para el Avance del Pensamiento Crítico)

El “más allá”
Por qué no soy cristiano; capítulo 4: págs 50-53 Bertrand Russell

Evolución y creacionismo
El relojero ciego; capítulo 1 Richard Dawkins
La guerra de la ciencia; documental emitido en La noche temática la noche del siete de febrero de 2009, donde salían extractos de entrevistas y comentarios de Dawkins, Behe y Dembski
El genio de Charles Darwin; (documental), 3ª parte
http://www.lehigh.edu/%7einbios/faculty/behe.html (Página de presentación de M.J. Behe)
http://www.actionbioscience.org/esp/evolucion/nhmag.html (artículos sobre diseño inteligente)
http://es.wikipedia.org/wiki/Creacionismo
    


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