miércoles, 3 de julio de 2013

El país que se quedó sin "ideas". Fuga de cerebros/Recorte en I+D/Educación en España (Ley Wert)



Se habla mucho de un fenómeno muy presente en países que, aunque son desarrollados, y tienen un nivel de vida bastante aceptable, no logran retener en sus fronteras a los mejores expedientes y a las mejores “cabezas” nacionales. Este fenómeno, conocido popularmente como “Fuga de cerebros”, es un autentico quebradero de cabeza para muchos gobiernos (En Nueva Zelanda es un autentico problema nacional, ya que pese a tener uno de los PIB per cápita más altos de mundo, no logra posicionarse como un país atractivo para las grandes mentes). Pero, ¿es necesario tener a las mejores mentes para progresar más? Parece que sí, pero no son sólo mentes las que se fugan.

Uno de los grandes problemas de nuestro país es la excesiva burocracia que colapsa a los emprendedores y a las empresas. Un sistema que sirve para controlar los posibles excesos de empresarios particulares (algo positivo), pero este sistema regulador es un caos. No ayuda, y su poca eficiencia sólo retrasa y le resta a nuestro país, el atractivo de invertir (aunque para grandes empresas, esta carencia esta solventada por muchas exenciones fiscales). Al final, los perjudicados son “los de siempre”, la clase media que pretende abrir un pequeño negocio, y en especial aquellos que tienen una idea novedosa y arriesgada. Estos huyen en busca de un amparo, que no tardan en encontrar. Ya que, como dice la Biblia, “bienaventurados sean los que tengan una idea de negocio novedosa y arriesgada, pues de ellos será Silicon Valley”

El problema de esta emigración debería designarse como “fuga de ideas” que es, mucho más perjudicial que la “fuga de cerebros”. El problema es que el gobierno no tiene interés en apostar por ideas novedosas, que ve con recelo, y prefiere apostar por sectores “ya consolidados” que han demostrado tener una rentabilidad a corto plazo, y que cada 20 años estallan en una crisis (construcción, turismo,…). Estos sectores necesitan a gente con poca formación, ya que ni siquiera se quiere innovar en estos sectores (se lo digo yo que soy arquitecto: los edificios cuando la burbuja se hacían igual que hace 50 años). Pero el problema no es sólo este. Cuando por fin, el que tiene una idea buena, la consigue llevar adelante… Viene Microsoft (es un decir) y se la compra por un precio muy inferior al que la empresa puede llegar a tener. La otra opción para el propietario, es continuar a duras penas con ella. Las trabas burocráticas, el escepticismo hacia lo novedoso (que hay muchísimo en nuestro país) y la falta de inversores, obstaculizan que cualquier empresa mediana o pequeña, de corte innovador e investigador pueda consolidarse y dar un salto al mercado internacional. Por lo que “no venderle la idea a Microsoft” se convierte en una pesadilla, ya que siempre supondrá perder dinero.
 
Pero no sólo perdemos nuestras mejores ideas, es que además, tenemos muy pocas. Esto se explica fácilmente indagando en el sistema de docencia actual.

Desde que somos niños

El gran problema de nuestro sistema educativo es lo poco moderno que es. Es algo lógico, pensando que cada vez que gobierna un partido político diferente, tiene que cambiar las asignaturas y el temario a su modo. Pero la esencia del sistema es siempre la misma. Los cambios se centran en pequeñas diferencias en cuanto a la asignatura de religión y que cuenta más o menos para la nota. Ningún partido (sea cual sea) se centra en hacer una reforma que se ve necesaria, no ya por la mejora del sistema educativo en sí, si no porque el propio sistema económico, productivo y social necesita un nuevo tipo de educación. 

La cuestión es clara, ¿A quién ascienden antes en una empresa? ¿Quién llega antes a ser un directivo? Pues por lo general, o el “pelota” de la empresa (lo que augura que la empresa irá mal) o quien es CREATIVO (en el sentido de que sabe dar soluciones originales a problemas reales). Y hemos dado con la palabra clave, el sistema educativo actual sigue un modelo más propio de la revolución industrial. Un profesor habla sobre un determinado tema, los alumnos escuchan y obedecen. Con esto, se consigue que la mayor parte de los alumnos estén poco estimulados en el aprendizaje, y se conviertan en máquinas bastante obedientes. Sí, obedientes. No piensen que los niños de hoy en día no son nada obedientes, al contrario, ¡los son más que nunca! Lo que pasa es que obedecen menos a los padres y a los profesores, pero más a los medios, lo cual es muy preocupante. Y para alcanzar el desarrollo hay que ser “rebelde”, “no hay progreso sin desviarse de la norma” como dijo Frank Zappa, al que citaré otra vez dentro de un rato.

Se habla mucho últimamente de meritocracia, a raíz de la ley educativa que plantea el ministro Wert. Si quieren beca, que se esfuercen y saquen más nota. Parece que es lo lógico, que el alumno que más nota tenga sea el que más merezca ser recompensado. Aunque creo que hay medidas mucho mejores para fomentar el esfuerzo por parte del alumnado, sin llegar al tema económico. Pero desde luego es de mayúscula hipocresía, llevar la meritocracia por bandera, cuando se financia más que nunca a centros privados donde no hace falta nota de corte para entrar, eso es todo lo contrario a meritocracia... Y también creo que no puedes comparar una nota media igual para todas las carreras, cuando hay tantísima diferencia de dificultad entre unas y otras.

Pero otra cosa que me resultó desagradable fue la crítica que hizo la izquierda a esta ley (muy criticable por otra parte). Desde la izquierda se hablaba de “igualdad de oportunidades” como algo opuesto a la “cultura del esfuerzo”. Es ridículo entender una cosa sin la otra. El sistema educativo va dando tumbos. Las reformas más izquierdistas pretenden, con la bandera de la igualdad de oportunidades, bajar el nivel educativo para que sea accesible a todos, y que todos puedan llegar al mismo nivel. Mientras que las reformas más derechistas tratan de segregar, de llevarse a los chavales con mayor rendimiento académico a “bachilleratos de excelencia” y el resto se quedan en un sistema anclado, obsoleto y sin futuro (“que se hubiesen esforzado” piensan algunos)

Ambas posturas son ridículas y terribles, estás limitando las capacidades de los alumnos enormemente y desechando quien no tiene “hábito de estudio” u “obediencia”. Seamos sinceros, si ustedes tienen más de 40 años se habrán dado cuenta que normalmente, quien era “el empollón de clase” no suele ser quien “más lejos” llega a nivel profesional, de su antigua clase. Que un niño no saque sobresalientes, no significa que sea idiota, o que el sistema educativo lo tenga que desechar. Es probable que un niño que no sea “sobresaliente” tenga otra aptitud y sea más creativo que muchos que sí lo son, y por tanto sea “más útil” para el sistema productivo (aunque creo que el valor no debería de residir en el aporte al sistema productivo, sino en el aporte al sistema social, mucho más importante).

En resumidas cuentas, lo lógico sería que desde pequeños, el sistema se centrara en fomentar el esfuerzo y la autosuficiencia personal y académica, algo que se ha perdido tanto (si es que alguna vez lo ha habido). Que la cultura del esfuerzo reine en el sistema educativo, pero no para disgregar al alumnado, si no para completarlos. Que sea una educación que se centre en los diferentes valores de cada uno. Que sea capaz de enseñarle a cada alumno a sacar lo mejor de sí mismo. ¿Por qué ningún partido político se plantea subir el nivel académico en los colegios e institutos? ¿Por qué ni izquierda ni derecha hablan de reformar la disciplina de magisterio y de convertirla en una carrera superior (en vez del hazmerreir de las carreras, como ahora)? ¿Por qué no se exige a los padres que participen en el sistema educativo? La respuesta a todas las preguntas es sencilla, no da votos. Las reformas educativas las hacen políticos, no autoridades en el campo de la docencia, como debería de ser. Pasa como cuando se amplía el metro, lo hacen políticos, no técnicos, y se lleva a donde más votos da, no a donde más falta hace. Por eso en Madrid la línea 10 llega a Alcobendas, retrasando el resto del sistema y aumentando la deuda de la comunidad en 800 millones de euros. Alguno pondrá el grito en el cielo diciendo “¡Defiendes un gobierno de tecnócratas!”, y es algo erróneo pensar que si los objetivos y políticas se estudian por técnicos y expertos se cae en la tecnocracia. Eso sí, los técnicos necesitan políticos que se centren en el interés social y respeten el individual (como debería de ser una democracia)

Desde aquí muestro mi rechazo frontal a la ley Wert, que pretende vendernos, como si fuera una mejora, algo que va a echar a muchas “vidas” por el retrete. Y esto está íntimamente ligado con “la fuga de cerebros”, que el ministro Wert aplaudía diciendo que “era positivo que los estudiantes españoles tuviesen experiencias en el extranjero”. Una gran mentira para tapar un “éxodo masivo” de nuestros trabajadores más cualificados. La ley Wert continúa (y empeora) el sistema que no se centra más que en “embutir” determinados contenidos en los alumnos. Y esto impide que haya “ideas” y que haya “cerebros”. LA PRINCIPAL FUGA DE CEREBROS/IDEAS NO ES A ALEMANIA TRAS LA UNIVERSIDAD, ES AL RETRETE TRAS LA PRIMARIA. Ahí, es donde perdemos más mentes brillantes, más ideas que podrían cambiar a la humanidad. Las perdemos en trabajos menores (¡ojo! Menores, pero igual de dignos que cualquier otro), por no tener un sistema educativo que saque a lo mejor de cada uno. Por tener un sistema orientado a “amaestrar ideológicamente” y a “complacer” mentes pequeñas y manipulables.

Para terminar con este apartado citaré no a un docente, si no a un músico, a uno de los mayores genios de la música popular del siglo XX, Frank Zappa. Que se intentó presentar a las elecciones para presidente de los EEUU (llegó a participar numerosas veces en el senado) con un programa donde su principal punto era un sistema educativo libre, completo, exigente y accesible, para garantizar que las personas pensaran de manera independientes y que trabajasen con ideas y conocimientos que llevaran al mundo a un lugar mucho mejor. La frase nos habla del sistema educativo actual, que no lleva a ninguna parte ni permite el desarrollo de “ideas”:

“Abandona la escuela antes de que se pudra tu mente por exponerla a nuestro mediocre sistema educativo. ¡Olvídate del título y ve a una biblioteca si tienes las pelotas bien puestas! Algunos de ustedes parecen robots de plástico a quienes les dicen que leer” Frank Zappa

“Adiós mi España querida….”

Los mejores genios tienen un destino muy claro, los EEUU. Pero, ¿es el modelo a seguir? Su sistema educativo es mediocre y clasista, solo equiparable al de la Inglaterra de Thatcher y al de la Comunidad de Madrid dentro de muy poco. Lo compensa haciendo una fuertísima inversión en investigación superior, y en el enorme flujo económico de manos privadas que entran en los principales centros universitarios.

La gracia de EEUU no es esa, ni mucho menos. Lo bueno es que en EEUU sí que se sabe por parte de las empresas, que la innovación, las ideas y la inteligencia son un factor de progreso (bueno, ellos lo ven más como un factor para “hacer caja”). Esto, unido a las escasas trabas administrativas, hace que en EEUU se pueda cumplir el sueño americano… bueno, a medias…  Sólo si vienes de clase media-alta… y si eres de “determinadas razas”…  Pero que el estado no falle a favor de las grandes empresas (ni de las pequeñas, ni de nadie…) si que permite la posibilidad de salir a flote con una idea. En nuestro país, el favoritismo descarado que se le da a Repsol/Telefónica/Santander (el trío calavera) impide cualquier progreso en cualquier otro campo. Estas empresas se han hecho grandes absorbiendo a otras iberoamericanas que el estado Español tuvo la “amabilidad” de regalárselas. Los perjudicados, los de siempre, nosotros.

Como futuro emigrante, es casi imposible determinar una alternativa a “fugarse con su cerebro”, estando las cosas como están. Y es una cosa que va a peor. Ya no se van sólo los mejores, se van todos los que logran tener una cierta titulación (y muchos que no, también). Sin ellos, el destino de nuestro país es ir a la deriva, con multinacionales que apenas pagan impuestos, que no apuestan por la innovación, que explotan a cientos de trabajadores,… Es muy probable que otras empresas de fuera, que innoven, crezcan mucho más y “el trío calavera” acabe cayendo. Y ya nuestro pequeño margen de competitividad a nivel mundial desaparezca. Es algo de lo que no se habla, pero si llegamos a esos puntos de obstrucción y estancamiento del sistema económico, puede que lleguemos a un punto de crisis de “no retorno” (al que nos acercamos con tantísimo recorte y tan poca inversión y crédito)

No sólo no nos enseñan a tener ideas, si no que las pocas que tenemos, no nos la dejan llevar hacia adelante. Si no se estimula a la población (clase media y baja) a que también invierta, a que ponga sus ideas y apueste por el progreso económico, no podremos tener un sistema competitivo. La alternativa con la que sueñan todas las noches la OCD y la mayoría de dirigentes del PP, de reducir los salarios al mínimo para ser competitivos económicamente, no sirve de nada. Supone ponerse a la altura de Bangladesh, que lleguen empresas extranjeras a dar empleo precario. Eso no permite desarrollar a ningún país, ni crecer a nadie. La otra alternativa que proponen sindicatos y dirigentes de IU, supone una debacle. No hay que “acabar con los privilegios de los empresarios”, la mayoría de los empresarios no tienen privilegios, las “pasan putas” para llegar a fin de mes, y encima están dando trabajo y generando economía. La mayoría de empresarios tiene un pequeño o mediado negocio, y muchas ideas con las que podría salir adelante y generar más riqueza. Si acabamos con ellos, acabamos con todo.

Llegamos a un punto de debate ya muy clásico, la barrera entre empresarios y obreros, identificados con la derecha y con la izquierda. Eso es ridículo y absurdo. El objetivo tendría que ser borrar la barrera, a base de integración. Que los obreros tuvieran acceso a invertir y a emprender si lo desean. Que participen en una empresa. Si en una empresa los trabajadores tienen participación, se esfuerzan más y la empresa va mejor, tienen ideas y las presentan para marcar la dirección de la empresa ¡Este es el secreto de Google! Sus trabajadores están muy mimados porque saben que así aportan mucho más a la empresa. Es algo que nos parece  de otro planeta, pero es así. Trabajadores más contentos y satisfechos, más vocación en la empresa, y más beneficios para la empresa.

En resumen general. Tenemos que evitar que se vayan nuestras mejores mentes, pero también nuestras mejores ideas. Con un sistema económico con menos trabas para las empresas dedicadas a sectores de investigación en innovación, estas pueden aspirara a progresar y ser competitivas en el mercado internacional (si quieres destacar en el mercado puedes competir por calidad, alcance o precio; compitamos por calidad en vez de por coste, que sólo se puede bajando salarios). Con un buen sistema educativo que sepa fomentar una competitividad no discriminatoria y un desarrollo de la creatividad y otras aptitudes de cada individuo, conseguimos el mayor desarrollo posible de cada persona y su aporte al sistema productivo será mucho mayor (y lo que es más importante, su aporte a una mejora se la sociedad en su conjunto). Con un sistema que fomente la colaboración y la participación en el tejido empresarial a inversores menores y trabajadores, conseguimos empresas más fuertes, con mejores ideas para competir en el mercado,  reduce las desigualdades económicas entre la población y lo mejor…

… permite que muchos “cerebros” se queden en un país en el que libremente pueden desarrollar sus “ideas”



 Escrito por RyR para el blog Las Dos Sombras

lunes, 1 de julio de 2013

Dogmatismo y escepticismo (I)


   ..Probablemente hay pocas cosas justificadamente más risibles que la popular exclamación de que, al fin y al cabo, `creer´ en la ciencia es como la fe religiosa, como un mero cambio de ídolos, como mudar a una nueva confesión; en suma: que la actitud “científica” es tan intelectualmente respetable como la fe religiosa.
Esto me irrita sobremanera, para empezar (y ya seguiremos otro día), porque yo sé, como decía algún que otro por ahí, que si un día se encuentra un fósil de gallina entre los estratos del precámbrico, sabremos que la actual teoría de la evolución falla en algo crucial; o si un día encontramos un electrón que tiene espín entero, afirmaremos que algo va muy mal con la teoría cuántica. Ésa es la grandeza de la ciencia: la búsqueda honrada e incansable de la verdad. Con esto no quiero decir que el poder falsar sea la única característica fundamental de la ciencia, pues también hay otras maneras de hacer ciencia, pero esta característica eventualmente presente, no necesaria pero si suficiente para afirmar que un conocimiento pueda tener algún valor, me sirve para enlazar con lo siguiente:

    ...Y es que con las religiones ocurre ocurre algo muy peculiar: ya pueden ir cayendo todos los dogmas y convirtiéndose (¡qué espectáculo!) las verdades en metáforas, que las creencias irracionales persistirán. “Dios” no es más que una hipótesis metafísica no falsable, que ni tiene poder predictivo ni, a la luz de la ciencia, poder explicativo. No necesitamos a Dios. Dios ha muerto, pero no sólo en sentido nietzscheano –esto es: no solamente ha muerto en el sentido de que su papel social y moral se ha visto debilitado profundamente-; sino que Dios no es ya sino un apéndice absurdo en el conocimiento humano: ningún paradigma reclama la figura divina, pues ésta no es necesaria ni útil en ningún sentido. Ningún poder cognoscitivo tiene esta triste hipótesis que, en 2000 años, no nos ha legado más que mentiras que la ciencia y la razón han tenido que ir convirtiendo con destreza en lo que ahora son: cuentos, ideas, recuerdos, metáforas.
Caballeros y caballeras, damos y damas: la ciencia y la religión SÍ son incompatibles. Y esto es así por, básicamente, dos motivos:
1º La ciencia ha demostrado sobradamente que es corrosiva para el pensamiento religioso. La ciencia ha desmontado historietas como la de Adán y Eva o como el geocentrismo (no entraré en detalles ahora)
2º Abrazar la fe religiosa supone adoptar una postura manifiestamente anticientífica. Es dar la espalda al método científico y a la claridad de pensamiento para pasar a estar convencido de unas afirmaciones sin base empírica ni sustento racional.
De este modo, estoy atacando explícitamente a todos los que a lo largo de la historia y ahora han pretendido que ciencia y religión sean compatibles. Por supuesto, es físicamente posible que alguien sea científico y sea religioso a la vez, pero cuando afirmo la incompatibilidad de ciencia y religión me estoy refiriendo, obviamente, a lo opuestas, antagónicas, irreconciliables y contradictorias que son la mentalidad científica y la actitud religiosa. La mentalidad científica es la de alguien que intenta comprender el mundo, que lucha por saber en la medida de lo posible qué es todo esto, en qué consiste el cielo estrellado sobre su cabeza o qué es la vida. La mentalidad religiosa afirma cosas radicales, importantísimas, acerca de la realidad que nos envuelve, pero no sigue para ello ningún método demostradamente válido. Por tanto, desde la religión se llega a mentiras que nublan nuestra visión del mundo y nos entorpecen, pues están contaminando nuestros conocimientos. 

    La ciencia es, probablemente junto al arte, la mejor producción humana, y eso se manifiesta tanto en nuestra comprensión actual del universo y la vida como, de forma más material, en las civilizaciones tecnológicas -que no son más que un momumento a la ciencia. Pero, aunque contamos con esta extraordinaria ciencia, de inmenso poder ya demostrado, para tener una mentalidad científica faltan algunos ingredientes: falta extraer las formas y principios básicos que rigen cómo se establecen los conocimientos científicos para llevarlos por fin a nuestras vidas y consideraciones más mundanas, con el fin de que finalmente podamos alcanzar una visión, siempre aproximada e incompleta, pero al menos no ya contaminada y cada vez más rica, de qué es todo esto.  Estas formas y principios básicos se dejan ver en la filosofía del método científico, cuya naturaleza es escéptica y antidogmática. En mi opinión, gran parte del progeso humano irá ligado a que podamos crecer como seres más racionales, escépticos, críticos y más capaces de pensar con paciencia antes de hacer juicios sobre las cosas que nos rodean.

Escrito por SP para el blog Las Dos Sombras