domingo, 5 de julio de 2015

La teoría correspondentista (o de correspondencia) de la Verdad

  En una entrada anterior mencionamos la llamada "Teoría correspondentista de la Verdad", sin explicar con detalle a que nos referíamos. La intención de esta entrada es aclarar muy brevemente en qué consiste.

La idea básica es que la "Verdad" es una propiedad relacional que es potencialmente atribuible a sentencias o pensamientos.  Decimos que es una propiedad relacional porque un enunciado es verdad o no en términos de la "relación" que guarde con el mundo extramental.

Esta forma tan intuitiva de entender qué es la verdad fue bosquejada ya por los filósofos de la antigua Grecia, aunque quizá el que mejor la expuso fué Bertrand Russel, ya a comienzos del siglo XX.

Si bien es una idea muy simple, encierra una gran complejidad semántica, lo que hace que no esté del todo bien definida. Sin embargo, para todos aquellos que son "realistas", en el sentido de que creen en la existencia de un mundo externo a la mente, es muy intuitivo pensar que, en efecto, el hecho de que una sentencia se verdad o no depende de la relación que guarda con una cierta porción de la realidad. Por lo tanto, la noción de verdad debe definirse, como ya se ha dicho, como una propiedad relacional.

Incluso para un realista, la noción de "verdad" como propiedad relacional puede presentar problemas si considera que el escéptico tiene razón al afirmar que no podemos tener conocimiento sobre el mundo. Quizá esté tipo de respuesta esté motivada por la noción correspondentista más ingenua que establece que, por definición, un enunciado es verdadero si existe un "isomorfismo estructural" entre él y dicha disposición de hechos de la realidad. Podemos llegar a pensar que dicho isomorfismo tiene sentido para sentencias muy simples, como "El martes en en mi casa hubo obras", pero es innegable que dicho isomorfismo no puede existir cuando con una sentencia estamos en realidad realizando un modelo de una cierta disposición de hechos mucho más compleja de lo que el lenguaje pueda llegar a expresar.

No obstante, se puede conciliar la crítica escéptica con la tesis correspondentista si debilitamos la noción de cómo debe ser la relación entre enunciado y realidad. Quizá el gran problema de la Teoría Correspondentista sea precisamente aclarar la naturaleza de esta relación, que puede parecer algo oscuro y misteriosa.

Mi visión propia es que dicha relación hay que entenderla bajo la luz del instrumentalismo; es decir, en términos de la capacidad de un enunciado de hacer predicciones exitosas o incluso modificar la realidad.

No tiene mucho sentido que de mayores explicaciones, pues ya hay excelentes escritos básicos explicando en qué consiste en mayor detalle la Teoría Correspondentista. Podéis leer más en esta estupenda página:

http://plato.stanford.edu/entries/truth-correspondence/#2


jueves, 2 de julio de 2015

Breve reflexión sobre el realismo y el antirrealismo en las ciencias naturales

 El adjetivo "real" puede ser polémico, complicado, creador de múltiples controversias. Decidir qué es "real", qué es eso que llamamos realidad, y mediante qué métodos lo decidimos, es una cavilación quizá inútil, pero que ha ocupado de tanto en tanto a la humanidad a lo largo de toda la historia. Tanto la definición del término, como la discusión de qué es real o qué no o cómo podemos saberlo, parece ser algo que quizá nunca llegue a un punto final.

La ciencia, en todas sus versiones y diversidad de disciplinas, es el intento (o intentos) racional de saber cada vez más sobre eso que llamamos realidad: nosotros y el mundo que nos rodea. Para ello, lo más básico es registrar lo que observamos y sentimos, pero por supuesto la ciencia va mucho más allá de ello, y potencia nuestros sentidos con tecnología, o articula leyes y teorías, etc.
Es una pregunta simplemente tan natural (como quizá innecesaria) el si (o hasta qué punto) las teorías científicas que se desarrollan son reales, o si "representan" la realidad en algún sentido, o si las entidades que aparecen ellas son reales, etc.

Ante esta pregunta tan elemental, hay básicamente dos posturas posibles (que luego pueden hibridarse y combinarse de multitud de formas): El realismo y el antirrealismo. Antes de discutirlo, tengo que advertir que aquí estoy pensando en el realismo y el antirrealismo aplicados exclusivamente a las ciencias naturales y experimentales, como la física, química, bioquímica,...

El realismo, en breve, consiste en afirmar que, en efecto, los eventos y entidades descritos por las leyes científicas son reales; están ahí fuera. Las teorías pueden ser falsas, pero también pueden ser verdaderas, y, en ese sentido, los procesos de replicación del DNA o la fusión de dos núcleos atómicos en el Sol son eventos tan reales como cualquier cosa que experimentemos en la vida cotidiana. Un realista no totalmente ingenuo entiende de inmediato que cuando un físico explica la difracción de electrones tratando a éstos como ondas no está usando un modelo completamente "realista", sino simplemente uno que funciona muy bien para el caso. Pero puede creer que, integrando distintos modelos, está efectivamente describiendo propiedades de algo que sin duda existe: el electrón. Más aún, la idea del electrón como onda puede no ser toda la realidad, pero la descripción del fenómeno de difracción es la descripción de algo real. Tan real, de nuevo, como beber un vaso de agua o ponerse un calcetín.

El antirrealismo viene a decir lo contrario. Una teoría no es "verdad", por muy exitosa que sea. Es más, las entidades teóricas que aparecen en ella, como los electrones, no tienen porqué existir. Son ficciones intelectuales útiles y los distintos modelos que hablan de ellos "herramientas del pensamiento". Merece la pena discutir un poco porque no se trata de algo ridículo (como intuitivamente podría parecer a la mayoría de los que tienen formación científica): Un antirrealista podría considerar que el término "electrón" es una suerte de astuto eufemismo que oculta tras de sí un entramado complejísimo de fenómenos y hechos que nuestro sistema cognitivo no puede (no ha evolucionado para ello) procesar y comprender de una manera satisfactoria. El electrón, pues, no existe. El electrón es una ficción porque tal concepto no corresponde a una entidad "real" concreta y externa a nosotros. Desde este punto de vista, personalmente creo que el antirrealismo (con respecto a los "sujetos" de las teorías) está estrechamente ligado a la incapacidad del lenguaje de encapsular aquellos elementos de la realidad que, por no tener una influencia y relación directa con nuestros sentidos, no hemos aprehendido hasta hacerlos intuitivos. Pero esto es sólo un punto de vista personal y no quiero arriesgarme desarrollándolo más.

El antirrealista puede encontrar una fuente de ejemplos aparentemente alentadores en la historia de la ciencia. Por poner un ejemplo de algo que aún se sigue enseñando en los institutos, la mayoría de los escolares terminan el bachillerato pensando que el electrón es una especie de pelotita azul que orbita alrededor del núcleo. Por mucho que Rutherford ganara el Nobel, o por muchas alegrías que proporcionara el ahora primitivo modelo de Bohr. está claro que estas teorías son "irreales" (y se trata de teorías que tienen mucho peso en la imagen popular de la estructura atómica).

Uno de los mejores argumentos a favor del realismo de entidades concretas (como el electrón) lo aprendí del libro "Representar e intervenir", de Ian Hacking (del que quiero hablar más). Se basa en el principio de causalidad, y lo que dice, básicamente, es que un sujeto de una teoría (una entidad teórica, dice él) pasa a ser real en el momento en que podemos identificarla como agente causal de un cierto fenómeno. Él cita un experimento en que unos físicos "rocía con positrones para aumentar la carga o con electrones para disminuir la carga" Y añade Hacking "Hasta donde a mí me concierne, si se puede rociar algo con ellos, entonces son reales".  Basándose en la identificación como agentes causales, un realista conciliador podría contestar a un antirrealista: Vale, quizá cada modelo particular que usamos del electrón no es la "verdad". Quizá incluso no haya ninguna teoría plenamente "real" acerca de ellos. Pero cuando yo le doy al interruptor, la luz se enciende. Quizá no entendamos plenamente que son, pero desde luego hay unos agentes causales responsables de esto. ¿No podemos convenir en llamarles electrones y dedicarnos luego a investigar sus propiedades?


Esta idea de identificar sujetos de teorías como agentes causales me parece importantísima en cuanto a que es un síntoma de algo más general y muy positivo: La voluntad de que la ciencia real y los experimentos jueguen un papel relevante en el debate filosófico.

Al científico entusiasmado con el realismo o meramente despreciativo con el antirrealismo se le pueden poner otros problemas: ¿Son reales las líneas de fuerza? ¿Son reales los campos? ¿Es real la energía?  Quizá algo como los bosones puedan solventar las dudas conceptuales sobre el rango epistémico de estas entidades. Pero si pensamos en una ciencia más antigua, la de hace unos cien años, y pensamos qué habríamos sido entonces, creo que tendríamos que haber sido antirrealistas con respecto a gran parte de la electrodinámica o la mecánica clásica. Y de hecho, ¡debemos seguir siéndolo! Estas teorías magníficamente elegantes y poderosísimas tienen tanto experimentos que las contradicen como eventualidades matemáticas indeseables. En efecto, la noción global hoy día es que estás teorías se aproximan mucho a la realidad en muchos rangos de la experiencia, dado su evidente éxito para predecir, lo cual queda probado de sobra por la ingeniería y la tecnología, que se basa en ellas. Pero esto no quier decir que esas teorías sean "la realidad". Sabemos que la velocidad de transmisión de la gravedad no es infinita, como en la teoría de Newton, por decir algo. Si esto pasa con estas teorías clásicas -y pasa con muchas otras- ¿por qué no va a pasar también con todas las que hoy en día aún no se han "mejorado"?-  No tenemos porqué decir que la Relatividad General es "la realidad". Funciona muy bien para hacer predicciones, y ciertamente nos ayuda a conseguir una imagen de realidades muy concretas y materiales. Nos ayuda a tener una imagen más próxima a la realidad. Pero la creencia de que el Universo es exactamente así no es sólo infundada sino demostrablemente falsa.

Esto es importante porque apunta a que las posturas inicialmente aparentemente irreconciliables del realismo y el antirrealismo quizá puedan encontrarse en algún punto. Quizá el antirrealismo sea muy razonable cuando hablamos de teorías y el racionalismo sean lo lógico al hablar de entidades concretas y materiales.

Ian Hacking en su libro hace esta distinción: "realismo con respecto a las teorías y realismo con respecto a las entidades", lo cual me parece esencial para que pueda establecerse un debate significativo.

El problema es que el antirrealismo "razonable" que he mencionado no merece ese nombre pintoresco, en mi opinión. El antirrealismo que lo que dice es que las teorías se aproximan a la realidad, y que son construcciones intelectuales útiles para hacer predicciones, etc, pero que en ningún caso nos dan una imagen completa de cómo funciona el mundo, sino si acaso una idea aproximada -o que al menos nos dice cómo definitivamente NO funciona-, es lo que viene a llamarse instrumentalismo. Lo que pasa es que la visión instrumentalista de las teorías científicas, así dicho, me parece una cuestión de perogrullo tal que decir que es una forma de antirrealismo me parece muy pretencioso. Dentro del instrumentalismo puede haber mucho debate y muchos matices. Pero, en mi opinión, cuando de lo que estamos hablando es de qué son y cómo son las teorías científicas (y como se "relacionan", en un sentido correspondentista, con la realidad), fuera del instrumentalismo sólo están o el realismo ingenuo o el antirracionalismo estéril de alguien como Feyerabend  o un constructivista.

En cuanto a los sujetos de las teorías, quizá un gran problema de los antirrealistas -y aquí me tiro a la piscina de nuevo y doy una visión muy personal- es que han tendido a pensar en ellos casi como si de ideas platónicas se tratasen. Un antirrealista, al oir "electrón", quizá piense en ello en términos de un gran concepto muy grandiosamente definido y muy concreto. Quizá piense que el científico tiene un afán muy analítico, idealista o definitorio al decir "electrón". Pero para el científico el electrón tal vez sea sólo un agente causal, del que le interesa sacar algún provecho o intervenir la realidad con él de alguna forma.

Es fundamental, de todas formas, entender que el debate sobre el realismo de los sujetos de las teorías sólo tiene sentido (o al menos, interés, desde mi punto de mi vista) si se realiza de manera concreta, aprendiendo en cada caso qué nos dice la experiencia y los experimentos. Decir algo como "soy realista con respecto a las entidades teóricas" es, como diría Cioran, como una religión, sólo que más bobo. Uno puede decidir, después de un examen de los experimentos y hechos relevantes, que es realista con respecto al electrón, o qué sé yo qué otra cosa. Cosas concretas. Pero yo si pudiera transmitir un mensaje a la comunidad filosófica sería éste: no caigáis en los "generalismos". No os pongáis etiquetas. Discutid sobre temas concretos.