Es ridículo que tenga que haber un día dedicado a las mujeres, a un
colectivo que no se elige y que no representa a una minoría. Son el 51%
de la población, pero para muchas cosas siguen siendo un 0%. Estamos en
una época decisiva en este aspecto, en el que por fin se empiezan a
hablar de temas como violencia de género, brecha salarial de género,
igualdad, feminismo o patriarcado. Algunas de estas palabras todavía
escuecen, y aún generan un debate innecesario y ridículo. Hablar de cómo
acabar con el machismo puede ser un debate, negarlo o minimizarlo a
casos particulares no lo es. Al igual que estas palabras se han
instalado en nuestra vida, también lo han hecho términos puramente
reaccionarios, como feminazi o hembrismo.
Puede que peque de
“cuñao” al hablar de un tema del que entiendo poco, y del que todavía
estoy aprendiendo; pero tengo claro que los hombres debemos de tener el
deber moral de ser feministas y de no mostrar ninguna duda en defender
esta postura cuando nos pregunten. También tengo claro que ser un hombre
feminista no supone ningún mérito y no merece ningún tipo de homenaje
ni de agradecimiento; es algo que debería ser, de entrada, normal y un
requisito básico. Ser feminista por lástima o porque “te importan las
mujeres a las que quieres” no es, ni mucho menos, legítimo. Se respeta a
la mujer como se respeta a cualquier otra persona, independientemente
de su género o de cualquier otra condición, elegida o no.
Los
términos reaccionarios anteriormente citados surgen de parte de personas
verdaderamente machistas que se oponen a una igualdad real, pero son
palabras y posturas que acaban calando en gente que en principio no lo
es. Y todavía, muchos y muchas, ven al feminismo como algo hostil,
incluso lejano, que basa su existencia en un supuesto odio al hombre.
Hay mujeres que odian a los hombres, claro; pero hay que ser conscientes
de que son casos aislados y que no suelen suponer un peligro para la
vida del hombre. El machismo sin embrago se lleva más de 800 muertes
solo en los últimos 10 años, y supera con creces a las víctimas del
terrorismo en España ¿No se debería exigir la misma contundencia que
cuándo se combate al terrorismo etarra o yihadista? El tema de las
denuncias falsas supone una pequeñísima minoría frente al drama
machista. Cosas como la custodia compartida o como debe proceder la ley,
pueden estar sujetos a debate, pero desde luego nunca para distraer del
verdadero y gravísimo problema contra las mujeres, que es lo que muchos
intentan.
Este cambio de actitud y forma de pensar tiene que partir
de nosotros mismos. Apenas conozco a chicas que no hayan sufrido una
situación en la que algún hombre no la deja en paz o la hayan dejado en
ridículo por su condición de mujer. ¿Cuántos de vosotros os habéis
sentido intimidados en algún momento por alguna mujer? En un mundo
asquerosamente hipersexualizado como el nuestro, todo vale para ligar.
El mundo de la noche, con el alcohol como principal excusa, se desatan
instintos primitivos y abusivos. En el que un no, significa un sí, y en
el que ligar deja de ser una experiencia gratificante para convertirse
en un trofeo de caza donde dejar clara tu posición de “macho alfa” (la
cual depende de la, más que subjetiva, belleza de la chica). Para la
mujer, puede llegar a significar algo todavía peor. Probablemente haya
perdido más de una ocasión para la ligar por ser excesivamente claro o
por no haber insistido más de la cuenta, pero estoy contento de no
haberle hecho pasar un mal rato a ninguna chica en esas circunstancias.
Romperé la magia, pero me ganaré su confianza, ella tendrá la mía y
pasaremos un rato divertido y agradable desde el más absoluto respeto,
que es de lo que se trata. La forma en la que gran parte de esta
sociedad ama y tiene sus relaciones de pareja, es propio de mentes
enfermas. Pero eso da para muchas palabras más y ya me he excedido con
el tema de hoy.
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