lunes, 1 de julio de 2013

Dogmatismo y escepticismo (I)


   ..Probablemente hay pocas cosas justificadamente más risibles que la popular exclamación de que, al fin y al cabo, `creer´ en la ciencia es como la fe religiosa, como un mero cambio de ídolos, como mudar a una nueva confesión; en suma: que la actitud “científica” es tan intelectualmente respetable como la fe religiosa.
Esto me irrita sobremanera, para empezar (y ya seguiremos otro día), porque yo sé, como decía algún que otro por ahí, que si un día se encuentra un fósil de gallina entre los estratos del precámbrico, sabremos que la actual teoría de la evolución falla en algo crucial; o si un día encontramos un electrón que tiene espín entero, afirmaremos que algo va muy mal con la teoría cuántica. Ésa es la grandeza de la ciencia: la búsqueda honrada e incansable de la verdad. Con esto no quiero decir que el poder falsar sea la única característica fundamental de la ciencia, pues también hay otras maneras de hacer ciencia, pero esta característica eventualmente presente, no necesaria pero si suficiente para afirmar que un conocimiento pueda tener algún valor, me sirve para enlazar con lo siguiente:

    ...Y es que con las religiones ocurre ocurre algo muy peculiar: ya pueden ir cayendo todos los dogmas y convirtiéndose (¡qué espectáculo!) las verdades en metáforas, que las creencias irracionales persistirán. “Dios” no es más que una hipótesis metafísica no falsable, que ni tiene poder predictivo ni, a la luz de la ciencia, poder explicativo. No necesitamos a Dios. Dios ha muerto, pero no sólo en sentido nietzscheano –esto es: no solamente ha muerto en el sentido de que su papel social y moral se ha visto debilitado profundamente-; sino que Dios no es ya sino un apéndice absurdo en el conocimiento humano: ningún paradigma reclama la figura divina, pues ésta no es necesaria ni útil en ningún sentido. Ningún poder cognoscitivo tiene esta triste hipótesis que, en 2000 años, no nos ha legado más que mentiras que la ciencia y la razón han tenido que ir convirtiendo con destreza en lo que ahora son: cuentos, ideas, recuerdos, metáforas.
Caballeros y caballeras, damos y damas: la ciencia y la religión SÍ son incompatibles. Y esto es así por, básicamente, dos motivos:
1º La ciencia ha demostrado sobradamente que es corrosiva para el pensamiento religioso. La ciencia ha desmontado historietas como la de Adán y Eva o como el geocentrismo (no entraré en detalles ahora)
2º Abrazar la fe religiosa supone adoptar una postura manifiestamente anticientífica. Es dar la espalda al método científico y a la claridad de pensamiento para pasar a estar convencido de unas afirmaciones sin base empírica ni sustento racional.
De este modo, estoy atacando explícitamente a todos los que a lo largo de la historia y ahora han pretendido que ciencia y religión sean compatibles. Por supuesto, es físicamente posible que alguien sea científico y sea religioso a la vez, pero cuando afirmo la incompatibilidad de ciencia y religión me estoy refiriendo, obviamente, a lo opuestas, antagónicas, irreconciliables y contradictorias que son la mentalidad científica y la actitud religiosa. La mentalidad científica es la de alguien que intenta comprender el mundo, que lucha por saber en la medida de lo posible qué es todo esto, en qué consiste el cielo estrellado sobre su cabeza o qué es la vida. La mentalidad religiosa afirma cosas radicales, importantísimas, acerca de la realidad que nos envuelve, pero no sigue para ello ningún método demostradamente válido. Por tanto, desde la religión se llega a mentiras que nublan nuestra visión del mundo y nos entorpecen, pues están contaminando nuestros conocimientos. 

    La ciencia es, probablemente junto al arte, la mejor producción humana, y eso se manifiesta tanto en nuestra comprensión actual del universo y la vida como, de forma más material, en las civilizaciones tecnológicas -que no son más que un momumento a la ciencia. Pero, aunque contamos con esta extraordinaria ciencia, de inmenso poder ya demostrado, para tener una mentalidad científica faltan algunos ingredientes: falta extraer las formas y principios básicos que rigen cómo se establecen los conocimientos científicos para llevarlos por fin a nuestras vidas y consideraciones más mundanas, con el fin de que finalmente podamos alcanzar una visión, siempre aproximada e incompleta, pero al menos no ya contaminada y cada vez más rica, de qué es todo esto.  Estas formas y principios básicos se dejan ver en la filosofía del método científico, cuya naturaleza es escéptica y antidogmática. En mi opinión, gran parte del progeso humano irá ligado a que podamos crecer como seres más racionales, escépticos, críticos y más capaces de pensar con paciencia antes de hacer juicios sobre las cosas que nos rodean.

Escrito por SP para el blog Las Dos Sombras

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