lunes, 24 de junio de 2013

La Ley de Servicios Profesionales y la Arquitectura


En Enero de 2013 se filtraron a la prensa unos documentos del Ministerio de Economía sobre un borrador de una nueva Ley que pretende reformar las competencias de distintos campos profesionales. Dicho documento, conocido como Ley de Servicios Profesionales (LSP de ahora en adelante) parte con el objetivo de liberalizar las competencias profesionales de ciertos sectores productivos, previendo que con ello el mercado se agilice y disminuya el paro, que en España ya alcanzan cifras astronómicas.


Los sectores más afectados son los farmacéuticos, los abogados y los arquitectos.

Profesionales competentes relegados

Me voy a centrar en el campo de la arquitectura, porque es mi campo y es del que más conocimiento tengo. Aún así quisiera hablar primero en términos generales. En una sociedad de libre mercado, lo lógico es que haya competencia, y que esta propia sea la que regule un mercado que tiene que luchar por progresar, ya que esta es la única forma de sobrevivir. Pero el problema surge cuando el mercado se torna en una competencia agresiva y desmedida. Habrá quien respalde un sistema más liberal y competitivo, que cada uno “se las apañe” y se esfuerce para que así llegue a donde quiera. Personalmente, no soy partidario de un sistema que no tenga una regulación estatal, un “anarco-capitalismo”. Sin un organismo regulador que no persiga el lucro, los individuos pueden querer progresar personalmente a costa de otras personas.

Dejando a un lado la teoría, el tema de la liberalización y los profesionales supone que en mercados que hasta ahora estaban controlados por un número de especialistas formados adecuadamente para su trabajo, se deje entrar a multinacionales, que aunque también persiguen el lucro, logran un sistema de control en el que es imposible hacerles frente como empresario pequeño o mediano. Esto, ¿qué tiene que ver con la LSP? Que miles de farmacias van a tener que cerrar. Multinacionales entraran en juego con unos precios pactados con las farmacéuticas y dejará a los actuales farmacéuticos propietarios de una farmacia como unos cajeros de supermercado. Es ridículo, incluso dentro de un capitalismo liberal, que los organismos reguladores se pongan de parte de las grandes multinacionales, en vez de ponerse de lado de los empresarios pequeños y medianos, para que entren en el juego, puedan competir, y generen mayor progreso y riqueza (además, esta supone una riqueza más repartida y equitativa, salvando las desigualdades)

¿Qué pasa con los Arquitectos?

El caso de los arquitectos es un caso muy particular. Hasta ahora tenemos competencia en edificar edificios del tipo A (residencial, docente, sanitario, religioso, administrativo y empresarial) y del tipo B (infraestructuras y edificios industriales). Los ingenieros tienen competencias también en las edificaciones de tipo B, pero con la nueva ley, podrán construir las del tipo A. Esto supone, que la competencia entre arquitectos, que ya es mortal, se sume la de los ingenieros que entiendan de estructuras de edificación. Muchos dirán, pero si entienden de estructuras, ¿por qué no iban a poder realizar proyectos de edificación? Y es en ese momento cuando uno se da cuenta de lo mal entendida que está nuestra profesión. Claro, que esto sí que es culpa nuestra.

Los profesionales de la arquitectura hemos estado con las espaldas bien cubiertas en nuestro país. Una ingeniera de telecomunicaciones me dijo una vez que los arquitectos en España éramos “poco menos que Dios” ya que tenemos competencias para prácticamente todo: proyectos, estructuras e instalaciones. Además de competencias para estudios de sonoridad, gasto energético, temas de urbanismo (donde casi siempre capitaneamos equipos multidisciplinares), peritos judiciales, restauradores, paisajista, diseño interior, diseño industrial, jardinería,… He dado una buena lista, y sin embargo hay un 25% de parados entre los profesionales (una cifra que desgraciadamente, se dispara al 30% en el caso de las mujeres arquitectas, y 60%  si hablamos de arquitectos jóvenes). Si se aprueba la LSP nuestra competencia aumentará, los salarios bajaran y el paro aumentará (que es, claramente, lo que necesita España en estos momentos). Con esta enorme lista puede parecer fácil pensar “Han tenido mucho trabajo muchos años, ¡qué compartan ahora!”. Además de que en el sector de la ingeniería el paro no es, ni de lejos, tan abultado un 15% (sigue siendo, por desgracia, alto), el problema es que la gente no está concienciada de que podemos realizar tantas competencias porque estamos formados para ello. Se nos ha olvidado, con la crisis, que hace falta una nota muy abultada que ninguna ingeniería tiene para entrar en la universidad. Que arquitectura tiene 5 años de carrera (6 en el Plan Bolonia) y un PFC que para poder aprobarlo hacen falta 1 año mínimo (frente al resto de carreras, que en 3-4 meses se puede realizar). Que arquitectura es una carrera de casi 500 créditos (lo que suponen 5000 horas en la facultad) y un número muy superior de horas en casa para trabajar los proyectos, asignatura presente en toda la carrera y que requiere una dedicación prácticamente diaria.  Parece que se nos ha olvidado que tenemos 6 asignaturas de cálculo de estructuras (que en número de créditos, es algo muy superior a lo que muchos ingenieros tienen en sus carreras sobre el cálculo de estructuras), 4 asignaturas de instalaciones, 12 asignaturas relacionadas con el diseño, análisis y proyección de edificación. Estamos (muchos de nosotros) capacitados por encima de otros profesionales a los que se les van a dar competencias de forma muy gratuita. No contentos con esto, en nuestra formación, lo más complicado y donde más se hace hincapié es en la arquitectura en sí. Os preguntareis, a que se refiere este colerizado estudiante cuando dice “arquitectura en sí”. 

Nosotros no proyectamos edificios en el sentido estricto de “objeto construido donde se desarrollan actividades”, en toda la carrera se exige por encima de todo temas como la habitabilidad y el espacio, que es algo que ningún otro profesional sabe hacer (de hecho, ni siquiera muchos arquitectos saben hacerlo). Nosotros cuando empezamos un proyecto, no decimos “Hoy me apetece hacer un cubo de hormigón de color rojo, y los baños y habitaciones… ya se colocaran…” Todo lo contrario, los (buenos) arquitectos empezamos pensando cómo se van a sentir las personas que van a vivir/usar el espacio, he aquí la palabra clave. No somos constructores, somos “Creadores de ESPACIO habitable”. Cuando mi hermano con 10 años (yo empezaba la carrera) me preguntaba qué entendía yo por arquitectura, yo le respondía “La arquitectura es crear el contexto para la vida” ¡Eso es arquitectura! Saber hacer un dormitorio donde el ciudadano se siente cómodo, una cocina donde cocinar no sea un engorro, un patio donde se haya estudiado la luz solar y que te entre luz en invierno y sombra en verano ¡Eso es arquitectura! Crear una plaza donde los niños jueguen con fuentes de agua y se refresquen en verano, donde los abuelos paseen sin miedo y no se creen focos de marginalidad ¡Eso es arquitectura! Diseñar un hogar, no una casa. Diseñar un  lugar de intercambio cultural, no una mera escuela. Diseñar un lugar de ocio en contacto con la naturaleza, no un parque. Diseñar un lugar de encuentro de encuentro ciudadano, no solo una ciudad. Diseñar un lugar para dormir, para llorar, para enamorarse,… Diseñar un lugar para vivir, un contexto para la vida. Esto es algo que ningún profesional que no haya hecho 10 asignaturas de 12 créditos de proyectos puede lograr, y por lo que se ve, tampoco entender.

¿Culpa nuestra?

¿Por qué la gente no conoce cual es verdaderamente nuestro trabajo? ¿Por qué no se fía de nosotros como profesionales? No nos hagamos tampoco las víctimas. Han pasado cosas muy terribles que hemos tolerado y frente a lo que no hemos actuado, dentro de nuestra actividad y como nos hemos relacionado con otros.

No podemos defender nuestra profesión si no es con la ayuda del ciudadano no especializado en nuestras funciones. En ellos está el poder, no en nosotros. Si tenemos tan poca popularidad entre los no entendidos, es culpa nuestra. Bueno, más que nuestra, de “algunos de los nuestros”. El arquitecto ha quedado como un resto de un profesional de otros tiempos. No es que antes no hubiese ingenieros, es que ellos si han sabido modernizarse y actualizarse. Siempre han ido por delante, y nosotros siempre hemos sido más tercos en actualizarnos. Ya nos pasó en la revolución industrial, cuando los ingenieros hacían puentes de acero y la torre Eiffel, nosotros seguíamos imitando las formas romanas en el Neoclasicismo (menos mal que llegaron los americanos, que son mucho más pragmáticos, y supimos ponernos al día).

Estos años se han permitido cosas terribles. Es falso creer que la “burbuja inmobiliaria” es culpa nuestra, o que nos hemos beneficiado de ella. En arquitectura como en otros campos hay “estamentos sociales”. Antiguamente era una profesión para ricachones bohemios, muy pocos la acababan, y los que lo hacían tenían estudios de arquitectura y trabajaban para ellos mismos. Posteriormente empezó a llegar gente nueva, de otros grupos sociales, con otras perspectivas. Pero los estudios seguían siendo los mismos, el negocio familiar que se pasaba de generación en generación. En la “época buena” los propietarios de los estudios se enriquecieron, mientras que los arquitectos “nuevos” pasaron a trabajar para ellos en un sistema casi esclavista.  

Durante la carrera de arquitectura se insta al alumno a que trabaje, a que se comprometa con su profesión hasta el final. Es algo que en mi opinión no hay que tomarse muy en serio. Pero en una carrera en la que hay que entrar con una media de sobresaliente, muchos son “absorbidos” por este espíritu de entrega hasta el final. Con los alumnos acostumbrados a trabajar a destajo, una vez acaban la carrera, pasan a estudios de prestigio con el convencimiento de que así “lograran llegar a ser los “Arquitectos-Estrella” que admiran”. No los que el público normal conoce, a los cuales odian (no sin razón: Calatrava, Torres, Bofill,…) si no a los “maestros en arquitectura” (actuales y no actuales). Es una vergüenza que se ponga como algo admirable que el (por otro lado genial) arquitecto Mies Van der Rohe abandonara a su familia para dedicarse por completo a su profesión.  Si a un niño recién llegado (con media de sobresaliente del instituto, y acostumbrado a “hacerle caso a la profe”) se le dice esto, unos cuantos caen en esta idea más propia de una secta.
¿Pero esto que tiene que ver? Que durante “los años buenos”, cientos de arquitectos han trabajado gratis y con unos horarios abusivos hasta que han llegado a los 30 años, se han encontrado la crisis y ya no les quieren ni gratis. Se han encontrado viejos, que nadie los quiere, y con poca experiencia en un estudio “de prestigio” dentro de un sector muy limitado. Pero, ¿a quién se iba a quejar? ¡Si los arquitectos no hemos tenido sindicato hasta hace 2 años! ¿De verdad hemos disfrutado de muchos privilegios? Pero aquí la culpa es en parte nuestra. Hay muchos más arquitectos de los que hacen falta, es verdad. Es una carrera conocida, que a los padres les llena de orgullo recomendarles a sus hijos estudiarla. El problema está, en parte, en que muchas universidades, sabiendo la altísima demanda que hay por parte de los jóvenes estudiantes, hacen caja con ello. Por eso se dan ejemplos como la Universidad Rey Juan Carlos, que en el año en que las deudas le atosigaban, empezó a ofrecer arquitectura, sabiendo que ya en la Politécnica de Madrid sobran la mitad. Pero hasta ahora no he visto ningún organismo oficial que se haya preocupado en regular las plazas que se ofertan en diversas profesiones. Esto genera una masa enorme de gente muy formada pero parada, que pasa en arquitectura y en magisterio (entre otros). Pero a ningún partido político parece importarle esto.

El gran público

La arquitectura, como ya hemos dicho antes, tampoco tiene simpatía entre el gran público. Nos ven como a gente muy “freak”, y tienen asociada la imagen de cultureta gafapasta que habla de su vivienda como su fuese una obra de arte. Es una asociación que la gente hace porque, en numerosos casos, es cierto. Si queremos que la gente normal nos apoye, que seamos profesionales respetados y que ningún gobierno (por mucha mayoría absoluta que tenga) se atreva a tocar nuestras competencias profesionales, hace falta que, simplemente, hagamos bien nuestro trabajo. ¡No somos artistas! La imagen de arquitecto artista incomprendido por la sociedad, como en la novela (y película) “El manantial” de la ultra-neoliberal Ayn Rand, está muy presente entre muchos profesionales. Es algo de lo que se mama desde la universidad. Frases como “la gente no tiene ni idea”, “el cliente se equivoca” o “lo importante es que a mí me interese” están presentes todos los días en las asignaturas de proyectos.

¡Cómo van a apoyarnos la gente a la que despreciamos! Por eso la gente se cree que entiende de arquitectura y nos ven poco útiles. Piensan: “mi salón ahí, y en este lado, el dormitorio. Ya no me hace falta arquitecto, solo necesito un ingeniero que me haga el cálculo para que no se caiga, que es lo que no sé”. La gente común cree que sabe hacer nuestro trabajo porque no lo entiende, y no lo entiende porque nos hemos despegado completamente de ellos. Buscamos desesperadamente un “mecenas” y no un cliente. Nos falta el punto de vista empresarial y pragmático, y no tendremos ningún futuro si no nos olvidamos que no somos artistas, que somos PROFESIONALES, que saben hacer bien un trabajo muy difícil y complicado, solo al alcance de alguien competente. Por eso Zaha y Calatrava han generado admiración entre la gente no entendida, ven lo “raro” de las formas y dice “yo no sé hacer eso”. Tenemos que lograr que la gente piense  eso de nosotros “yo no sé hacer eso” (aunque a diferencia de Zaha o Calatrava, nosotros tenemos que hacerlo bien)

¡Ojo! No estoy diciendo que la arquitectura no sea un arte. Solo digo que esta a otro nivel. Lo que creamos no es arte puro, pues creamos objetos que son necesarios para la vida (a un nivel más básico, la gente necesita más una casa que una canción o una pintura). La verdadera esencia de la arquitectura no es la creación de un objeto que genere un estímulo emocional, sino la creación de un lugar que “reciba” esa emoción y la albergue.

Para muchos de vosotros, estas palabras se quedaran en un cúmulo de intenciones, y dirán “Eso del lugar donde emocionarse es una chorrada. Lo importante de una casa es que no se caiga y ese bien hecha” Por supuesto que es fundamental que no se caiga y que este bien ejecutada, es lo más importante, pero no lo único. Una industria (que un ingeniero puede actualmente ejecutar) cumple con estos dos requisitos. Pero con ninguno más (salvo excepciones, hechas con la colaboración de arquitectos). Aunque algunos como el Presidente del Colegio de Ingenieros de Valencia, que aseguró hace un par de días “Que la diferencia entre una fábrica y una vivienda era el número de ventanas”, no le importaría en absoluto que la arquitectura se perdiera.

Si de verdad sigues pensando que es algo fácil, he aquí un problema de 3º de carrera. Ejecuta una vivienda de tres dormitorios, en Córdoba, dos baños, cocina, salón y estudio en la siguiente parcela. Teniendo en cuenta que está entre 3 medianeras, las normas urbanísticas te impiden hacer sótano y más de dos alturas (por estar en un centro histórico) Teniendo en cuenta que la madre es fanática de los patios de flores cordobeses y el padre colecciona 1000 VHS de Kun Fú de los 80. Si de verdad eres capaz de hacerlo bien, manda tu solución a lasdossombras@gmail.com

¿Sigues pensando que puedes? He aquí uno de 4º: Ejecuta un estudio del barrio de Lavapiés en Madrid, y una vez estudiado sus problemas, plantea una solución, para los problemas del barrio, a nivel constructivo y detallado, con una estimación del cálculo estructural a ejecutar.

En resumen, tenemos que olvidar aquello de que somos “Dioses” o “Artistas incomprendidos”. Y aceptemos que somos profesionales, que un cliente con una necesidad nos contrata y que tenemos que dar lo mejor de nosotros para que el usuario sea feliz y esté contento con haber realizado la inversión. Que piense “¡Qué bien he hecho en contratar a un arquitecto!”

 Urbanismo, el modelo de trabajo a seguir

Hablemos ahora de lo que hasta el momento parecía “el enemigo”. Los ingenieros no es que sean mejores ni peores que nosotros, esto tiene que quedar bien claro. Ellos no van a salir beneficiados de la LSP. Todo lo contrario. Un promotor no es tonto, va a coger a un arquitecto para hacer una vivienda, que es el que sabe diseñarla. Entonces, ¿por qué criticar la ley? Porque lo que sí que va a cambiar es la competencia, habrá más competencia, y donde hay mucha competencia (como ya ha pasado con la arquitectura en estos años) ya no se compite por calidad o tipo de servicio, se compite por precio (¡hay que estudiar un poco de economía y empresariales señores arquitectos!) y eso es lo peor que se puede hacer. Se entra en un bucle del que es muy difícil salir y se alcanzan verdaderos niveles de miseria, como los ya citados antes ¡Viva la competitividad no regulada!

El gobierno está comprometido con llegar a mayor nivel de libertad profesional y de mercado. Pero esto no entra en las imposiciones de Bruselas, porque esto no se hace (ni se va a hacer) en ningún lugar de Europa. Ni siquiera en EEUU, el país liberal por excelencia, se permiten estos sueldos entre los arquitectos, pues allí los colegios profesionales imponen un sueldo mínimo aceptable (bastante digno) en función de los colegiados para ejercer la profesión ¡Aquí hace 10 años que no se hace eso! Hablamos de liberalismo, pero sin embargo para hacer tu propia empresa cada vez hay más trabas administrativas ¿Liberalismo para unas cosas si y otras no?

En Europa el ingeniero conoce muy bien su trabajo, y el arquitecto el suyo. No hay competencia ni rivalidad ¡Es una tontería como un castillo! Muchos de mis mejores amigos son ingenieros/as, y son unos auténticos profesionales, muy competentes en su campo de trabajo (en el campo del cálculo de estructuras) y estos reconocen muy bien donde está su lugar. Una cosa es calcular una estructura, algo que ambos sabemos hacer (los ingenieros la mayoría de las veces, mucho mejor), y otra cosa es diseñar una vivienda, que tiene relación, pero no es, ni mucho menos, lo mismo, y que solo nosotros sabemos hacer.

La defensa de los arquitectos ha sido la de defender nuestra profesión porque nosotros “hacemos algo artístico” y algunos ingenieros han atacado diciendo que nuestro trabajo no sirve de nada y que ellos lo hacen mejor. Si continuamos con esta forma de defendernos, ¡vamos listos! Los ingenieros no son nuestros enemigos, son nuestros compañeros. Tenemos que defender todos juntos nuestras competencias profesionales, recordarles que ellos van a estar también perjudicados por la competencia, ya que un ingeniero de minas podrá hacer barcos, y uno naval, minas (¡y hospitales!). Todo se liberaliza y todos perdemos. Hablemos de apostar por lo que ocurre en Europa, y por lo que ocurre aquí en Urbanismo

En urbanismo ya hace años que entendieron en problema. Y aunque, desde Aznar, es una profesión que se ve como despreciable por los causantes de la “burbuja” y la crisis posterior, funciona en equipo como un reloj. Un urbanista, que al fin y al cabo es alguien que ha estudiado arquitectura, es un experto en diseñar y crear, pero también en dirigir, ya que es el único profesional que tiene conocimientos limitados en muchos campos. No somos los que más sabemos de jardinería, pero sí que sabemos algo, al igual que de estructuras, de física, de historia, de arte, de dibujo,… Hay un refrán que dice que somos como los patos, sabemos ir por cielo, tierra y agua, aunque todo con un poco de torpeza.

En urbanismo, el arquitecto coordina el equipo y supervisa otras decisiones, además de diseñar. Pero, él es consciente que el ingeniero de caminos también sabe del tema, y que sabe mucho más que él de carreteras y calles. Los dos son conscientes de que el sociólogo entenderá más de cómo se comporta o los modelos de vida de la población de una zona. Y todos comprende que el biólogo sabrá utilizar las especies más idóneas de árboles según lo que hayan observado o diseñado los otros profesionales. Se fomenta la cooperación, la comprensión y el respeto hacia los otros profesionales
Pongamos esto como ejemplo. Con retórica y más “ego” no vamos a defender la profesión ante los medios, que son los que nos tienen que apoyar para que el ministerio dé marcha atrás. Defendamos la arquitectura y la profesionalidad de los trabajadores competentes con más profesionalidad y recuperando el compromiso social y humildad que la arquitectura tuvo y que nunca debió perder. Hagamos que todo el mundo entienda que sólo alguien que entiende de arquitectura es lo suficientemente capaz de establecer “contextos para la vida”


Escrito por RyR para el blog Las Dos Sombras 


Léase tambien: https://nmas1.wordpress.com/2013/07/01/sobre-el-verbo-mentir/

Si desea firmar la petición hecha desde colectivosarquitectura pinche aqui:
 http://www.colectivosarquitectura.com/page/firmas-contra-la-ley-de-servicios-profesionales


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