lunes, 24 de junio de 2013

La caida de la Atenas. El ocaso de la civilización



  Uno de los más tristes episodios de la historia antigua es la caida del Imperio Ateniense a finales del siglo V antes de nuestra era (de ahora en adelante, a.n.e). La caída de este imperio, que dió a luz al primer sistema democrático de la historia, significó el fin de una oportunidad única para un progreso radical en la historia de la humanidad hasta ese momento. Parece que, por alguna razón, el mundo no se encontraba maduro para aquella cultura y civilización que, aún con sus defectos, llegó más lejos que ninguna otra en cultivar las libertades individuales, el bienestar y el desarrollo del pensamiento y el arte.

   No debe ser muy polémico afirmar que la causa fundamental del declive de Atenas fue la Tercera Guerra del Peloponeso, también conocida como Guerra de Decelia o Guerra de Jonia. Si bien durante un tiempo Atenas sintió cerca la victoria, finalmente los espartanos y los persas -junto con otros enemigos entre los que se contaban viejos aliados- llegaron a las murallas de la ciudad y la derrotaron definitivamente.

   La historia de las Guerras del Peloponeso comienza con el fin de otras guerras: las Guerras Médicas, que en toda Grecia se habían desarrollado contra los persas de Oriente. Uno de los artífices de la victoria final contra los persas fue el estratega Temístocles, que consiguió para Atenas una flota poderosísima. Tras el fin de la guerra, la Confederación marítima de Delos atesoró botines procedentes de la guerra, a los que se añadieron riquezas conseguidas por el ateniense Cimón -heredero político de Temístocles, cuando este sufrió el ostracismo- en distintas campañas en las que se continuaban las hostilidades contra los persas.   

  Poco a poco, la Liga de Delos aumentaba, pero la protección de la Hélade descansaba fundamentalmente en la labor de Atenas y su poderío naval, hasta el punto de que muchos miembros preferían ser pasivos y pagar un impuesto en lugar de prestar servicios militares. Viendo que la mayor parte de la responsabilidad y el peso de la defensa contra la amenaza persa recaía sobre ellos, los atenienses decidieron trasladar el tesoro de la confederación a Atenas, arguyendo que ahí estaría más seguro. Según evolucionaba la situación, se dibujaba un panorama en que existían dos grandes centros de civilización: El Imperio persa y el Imperio ateniense; el resto de ciudades debían integrarse bien en un panorama o en el otro.
    
  La voluntad de democratizar Atenas es entendible en cuanto a que las clases populares formaban parte integrante de los esfuerzos -sobre todo navales- defensivos de la ciudad. No obstante, Cimón, muy cercano a Esparta y de corte aristocrático, rechazó abiertamente las propuestas democráticas.
   
   Hubo que esperar a la entrada en escena de una de la figuras estrella de toda la cultura griega para que la democracia pudiera tomar forma en Atenas: se trata de Pericles, quien con gran voluntad y mesura democratizó Atenas al estilo de Clístenes (de quien, de hecho, era descendiente directo), llevando a la ciudad a conocer su siglo de oro, un siglo que, a parte de ver el primer intento mundial de una democracia, es el siglo de  Sócrates, de Esquilo, Sófocles, Protágoras, Hipócrates y tantos otros.  
   
 Poco después de llegar al poder, Pericles comenzó una guerra cuyo objetivo principal era liberar Jonia de la influencia persa, lo cual sólo se consiguió parcialmente.  En este proceso, y dada la deslocalización del tesoro de la Confederación de Delos, se dieron las primeras guerras nacionales en territorio griego. La paz llegó en el 448 a.n.e, cuando se decidió que Esparta tendría la soberanía de la Liga del Peloponeso, Atenas de la Liga de Delos, y que ninguna de las dos ciudades intentaría atraer a los aliados de la otra.

   Con Pericles, que gobernó con integridad, desinterés y sabiduría durante cuarenta años, Atenas conoció un esplendor que se tornó en anarquía a la muerte de éste.  Después, la demagogia y la falta de prudencia hicieron decaer a Atenas lentamente. Cleón, demagogo de corte oligarca que gobernó durante un breve periodo, consiguió una sonada victoria contra los espartanos en Estaftería; sin embargo, a continuación vino una serie de errores fruto del belicismo imprudente que dieron un nuevo soplo a los espartanos. Éstos, inteligentemente, alentaron a la sublevación a muchas regiones del Imperio ateniense, haciendo que la Liga de Delos perdiese fuerza. 
   
   La muerte de Cleón trajó la tranquilidad y condujo a una nueva paz que fué ratificada en el 421 a.n.e. Esta paz, que tenía que durar medio siglo, se vió muy rápidamente interrumpida por culpa de Corinto y Tebas. En Atenas,fue otro político brillante y posteriormente muy admirado, Alcibíades, quien reemprendió la guerra contra los espartanos. Pariente de Pericles y amigo de Sócrates, se cuenta que Alcibíades contaba con un carisma y atractivo muy poderoso.

   Motivado por diversos conflictos que tomaban lugar el Sicilia, Alcibíades emprendió una expedición magnífica hacia la Isla en el año 415 a.n.e.  Tan sólo dos años después, la misión -que por otra parte sólo había encontrado hostilidad a su llegada- acababa como un absoluto fracaso que supuso para Atenas la perdida de más de cien navíos, y con ello su supremacía naval que databa de tiempos de Temístocles.  Este horroroso fracaso fué un barapalo tremendo para Atenas; el fin había comenzado. Su comercio marítimo comenzó a resentirse, lo cual, unido a la guerra de agotamiento emprendidas por sus enemigos, que quemaron campos de cereales y hectáreas de olivares, sumieron a la ciudad en una profunda depresión.

    Además, la situación se complicó mucho más al despertar las acciones en Sicilia la cólera de los persas, que consideraron finalizada la tregua de treinta años atrás. De esta manera, comenzó una alianza entre los espartanos y los persas, ahora enemigos comunes de Atenas. 

     Entre todo esto, Alcibíades vivió un auténtico periplo, que le hizo integrarse entre los espartanos y después entre los persas. Acusado de profanación de un templo de Hermes en Atenas, fue llamado a juicio  tras haber embarcado hacia Sicilia. Por el camino, según presumen algunos historiadores, huyó y acabó en Esparta, donde intentó integrarse. Temiendo por su vida, huyó después a refugiarse en los dominios del sátrapa, con quien congenió gracias a su ingenio y brillantez. Actuando como un traidor a veces, y a veces como un agente doble, alentó algunos movimientos contra Atenas, consiguiendo instaurar una oligarquía al estilo espartano en el 411 a.n.e, pero finalmente -los detalles convulsos sobre los cambios ideológicos de este personaje me resultan muy complejos-  consiguió en el 410 a.n.e para Atenas una victoria muy importante sobre la flota espartana, algo muy necesitado después del desastre de Sicilia. Así, en el 407 a.n.e volvió a Atenas como un héroe patriótico. En estos momentos, a los atenienses se les presentaron unas magníficas oportunidades de firmar la paz, lo cual les habría resultado extraordinario. El culpable de que no se llegara a esa situación, fue Cleofón, probablemente uno de los peores dirigentes que tuvo Atenas. Este personaje agresivo renunció todas las propuestas de paz y defenestró las últimas oportunidades de Atenas, lanzando a Alcibíades como general al combate.

   Cuando los atenienses volvieron a rechazar una propuesta de paz tras una destacada victoria en Lesbos -victoria increíble, conseguida tras un esfuerzo increíble en que los atenienses superaron pérdidas enormes trabajando colectivamente con gran voluntad-, Lisandro, que comandaba las fuerzas de Esparta, realizó  varios ataques devastadores y, moviendo la guerra a paises vecinos, consiguió que Atenas quedara sin importaciones de trigo.

    Alcibíades perdió influencia en Atenas, y esto favoreció la victoria definitiva que supuso el fin de Atenas: se trata de la batalla de Egospótamo, en que Lisandro definitivamente capturó a la flota ateniense y acabó con todas sus esperanzas. Tras la victoria, en la que los atenienses perdieron unos ciento setenta barcos, Lisandro se diriguió a Atenas para asestarles el golpe de gracia con un sitio final. 

    Con esta derrota acababa el Imperio ateniense, tan importante y presente en nuestra cultura actual. Hay que agradecer a los espartanos que, llegado el momento de su victoria, impidieron a los corintos y tebanos que destruyeran por completo Atenas y a sus habitantes.... si así hubiera ocurrido, no habríamos conocido nosotros ni una piedra de aquella ciudad cuyas historias, pensadores y arte evocamos en cada rincón de nuestro mundo actual.


Escrito por SP para el blog Las Dos Sombras

3 comentarios:

  1. Estoy investigando sobre la Conciencia Andragógica, un "paper" que desea explorar los alcances que tuvo la "educación para Adultos" para lo cual estoy releyendo LA PAIDEIA GRIEGA de WERNER JAEGER quien abre su exposición sobre las guerras entre atenienses y espartanos. Estoy desbordado por la emociòn que me produce leer a SP, que no se si es un seudónimo, quien hizo un resumen cautivador para el blog Las Dos Sombras

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